Todas las pretemporadas engañan mucho: a veces enganchan para la captación de abonados y otras perjudican en sentido contrario. Ganar un trofeo de pueblo o bien de mayor rango, estimula para abusar del absurdo de sacar pecho y multiplicar el sueño de muchas noches de verano. Y si los ensayos no cuadran con las expectativas, siempre quedan estos argumentos: "he visto buena predisposición en el grupo", "los jugadores están cogiendo las ideas", "los sistemas de juego se asimilan con los ajustes"... Pero todas las pretemporadas son idénticas: entrenamientos coordinados de adaptación.

Javi Casquero es un novato optimista, agradecido por el máster que le ha puesto por delante su patrocinador y lleno de ilusión porque el duro aprendizaje lo inicia en una cátedra de renombre como el Decano. Ahora como universidad del fútbol no atraviesa su momento más cualificado, si bien sus notas engrandecen bastante por la antigüedad como institución de enseñanza. La juventud al poder también lleva consigo el riesgo y la ausencia de vicios deportivos, incluso la valentía de asumir la presión como algo intrínseco en un mundo nuevo.

El Recreativo ha tenido 32 días de instrucción con 10 refuerzos iniciales sin delanteros ejecutores. Y mirando a Cartagonova fortalece dos puestos de capacidad ofensiva: banda derecha y punta. Lo importante arranca hoy donde terminó la anterior Liga frente a un Cartagena que enterró sus frustraciones de ascenso y retoma la esperanza con pretensiones muy altas. El Recreativo quiere olvidar el pánico. Un cambio brutal en relación al pasado agosto con un vodevil en Marbella: retorno impuesto de Ceballos un día antes y sólo 16 jugadores disponibles, entre ellos 14 canteranos, siendo nueve titulares. El presente transmite orden y sensaciones de prosperidad, ambición y motivación. Casquero y la plantilla matizan que están identificados con el escudo y la camiseta. Que así sea y que lo veamos. El movimiento se demuestra hablando en el campo.