El Recreativo de Huelva no puede esperar más. Hace poco más de un año su agonía fue paliada en un primer momento por el Ayuntamiento de Huelva con una arriesgada maniobra que expropiaba las acciones a su dueño en defensa y preservación del primer club de fútbol en España que está catalogado como BIC (Bien de Interés Cultural).

Pero pasados los meses, la espada de Damocles se colocó de nuevo sobre la cabeza del Decano, que se salvó deportivamente gracias al compromiso de sus jugadores, trabajadores y afición. Y pagó sus deudas para seguir compitiendo, el pasado 30 de junio, tras otra operación agónica y desgastadora, que aún hoy sigue dejando dudas.

Y ahora, cuando ya las vendas no aguantan al malherido, el gobierno municipal da un paso más para la liquidación de los débitos que maniatan al Recreativo y que, de no saldarse, darían al traste con todo lo hecho. La Seguridad Social y Hacienda esperan en el horizonte cercano. Dos toros que ha decidido lidiar con la esperanza de que el Recre viva para siempre.

Que el Ayuntamiento pague (o adelante el pago) parte de la deuda del Decano es más que un gesto puramente financiero. Quien haya tomado la decisión, si así está tomada, sabe que en la ciudad, en el Ayuntamiento y hasta en su propio gobierno tiene a gente enfrente.

Pero el Recre, como París, bien vale una misa. Y lo vale porque ha demostrado, con hechos palpables, que es capaz de hacer mover, de hacer sentir y de hacer crecer a Huelva como ninguna otra institución o seña de identidad lo hace.

Y si así vuelve a pasar, y la ciudad sale al rescate del Recreativo como institución, hay una deuda a devolver que irá más allá de los réditos deportivos. El Decano va a tener un compromiso moral, social, muy importante con los onubenses. Y el Ayuntamiento estará obligado a exigirlo. Y el Recre tendrá que darlo sin miedo y con orgullo.