Análisis

pedro josé morcillo azcárate

Medalla de justicia

En esta privilegiada lista faltaba la Virgen de los Dolores de la Sagrada Lanzada

Todo en esta vida tiene una primera vez, siempre existe una situación nueva que crea precedente para las demás, que fuerza la regla, que estrena un aspecto, situación, o circunstancia, y en nuestra ciudad se creó una hace varias décadas, la de las medallas de la ciudad a las imágenes.

La Hermandad del Nazareno celebraba en el año 1983 sus cuatro siglos de historia, y como Señor y dueño de la ciudad, se pensó de que forma el pueblo de Huelva podía devolverle al Señor tanto durante tantos siglos. El entonces alcalde, don José Antonio Marín Rite, cuenta cómo la idea de entregarle al Nazareno la que sería la primera medalla de oro de la ciudad tuvo que tomar forma desde cero, pues nunca antes se había hecho. No había ni reglamento que regulase tal distinción. Fue el 23 de octubre de aquel año cuando el Señor recibió a las puertas del Ayuntamiento la que es la máxima distinción que la ciudad puede otorgar, y fue la primera medalla de oro de Huelva concedida a una imagen la que se le impuso en su pecho y que desde entonces luce el Señor. Se trataba de hacer justicia con el indudable papel que el Nazareno protagoniza en el día a día de la ciudad.

Tan alta distinción debe estar sostenida por argumentos que estén a su altura, debe de tener una justificación sobradamente probada, el rango de las distinciones, su exclusividad, su prestigio, su importancia y su categoría la dan los requisitos que cumplen, en este caso, las imágenes a las que se les concede. Por ello, también estaba más que justificado que años más tarde fueran las imágenes de la Esperanza y de la Victoria a las que se les impusiera la medalla de oro de Huelva.

Es cierto que con el cambio de reglamento de honores y distinciones de nuestro Ayuntamiento, actualmente existe una pequeña diferencia, ya que ahora lo que se entrega es la Medalla de Huelva, aspecto que para mí ni cambia el distintivo, ni el valor simbólico que se otorga con ella con respecto a antes.

En el año 2009 Huelva saldó una deuda histórica con el Señor de Pasión, que recibió la medalla en una plaza de San Pedro que se convirtió más hermosa si cabe en aquella tarde de septiembre.

Teniendo en cuenta lo dicho con respecto a los argumentos para conceder tal distinción y para mantener la exclusividad de la misma, en esa privilegiada lista de imágenes faltaba la Virgen de los Dolores de la Hermandad de la Lanzada. Sí, junto al Nazareno, Esperanza, Victoria y Pasión era inexplicable, a mi entender, que no figurase la Reina de las Colonias, una devoción más que arraigada no sólo en el barrio, una devoción que forma parte de la tradición onubense y que es símbolo de nuestra Semana Santa. Todos, desde pequeños, hemos aprendido que la Semana Santa empieza a despertar del sueño de todo el año y se hace realidad junto a ella en la tarde del Viernes de Dolores. Además no cabe ninguna duda del papel que la Hermandad de la Lanzada realiza en el barrio de las Colonias, labor que sin la presencia de la Santísima Virgen y su fuerza no sería posible.

A partir del próximo septiembre la Virgen de los Dolores llevará en el pecho a toda esa Huelva que desde siempre la lleva a Ella en el corazón.

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