No sé cuantos años llevan entrenando a diferentes equipos de Huelva y siempre ha dado la talla, luego nada es casualidad cuando alguien se lleva tanto tiempo en el primer plano de la actualidad y más en referencia al fútbol. Manuel Juan Limón, siempre en boca de muchos por dar más importancia a la defensa que al ataque, lo que le ha colocado en una fotografía de conservador, está rompiendo moldes en Cartaya después de que su equipo haya anotado trece goles en tres partidos. Y tiene recorrido el debate porque hasta llegar el onubense al banquillo cartayero, el conjunto rojinegro era el peor de la categoría en anotación, sólo superado por el colista. El Cartaya era un muerto y él lo ha resucitado.

Para gustos colores y ahí también hay un debate amplio. Pero queda claro que su regreso coincide con el mejor momento del equipo. Y es curioso porque al principio de temporada el club determinó hacer otro camino distinto y él no entraba en la nueva hoja de ruta. Muchos meses y dos entrenadores después, Limón fu llamado a filas para salvar la nave. Y el Cartaya ha sumado por primera vez en esta campaña tres victorias de forma consecutiva. Y no sólo eso. Ha logrado que el equipo sea un solo pensamiento, un cuerpo, un corazón, cuando hasta llegar al punto de la destitución del anterior técnico, el Cartaya era un alma en pena que se caía con un simple golpe de aire en contra.

Las trayectorias no mienten y el algodón tampoco. Limón siempre ha salido de los clubes por la puerta del Príncipe incluso no alcanzando objetivos. Y cuando hablamos de resaltar valores en este mundo tan materialista, es conveniente asomar la gaita el exterior para fijarse en figuras como Limón. Son muchos los entrenadores de Huelva que han desaparecido del primer plano y muchos de ellos con un bagaje importantísimo. Limón no se ha caído nunca. Y eso tiene un valor incalculable. Cualquier otro le hubiera dicho no al Cartaya por cómo el club gestionó su salida. Él dijo sí porque nunca cerró la puerta y entendió la situación y el fútbol porque es un hombre de fútbol. Ahora el fútbol le devuelve lo que le quitó en su momento. Y el Cartaya está encantado de la vida y divino de la muerte.

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