No sería rugby sin el dramatismo que las uniones nacionales de Inglaterra y Nueva Zelanda le están dando al partido de noviembre de 2018. Sí, de 2018, no es una errata. Los titanes del sur esperan en el monte Otris; sus flankers se plantan amenazantes en las puertas del paraíso. Inglaterra siempre tuvo equipo para, como mínimo, acampar en la ladera. El resto de selecciones se han visto obligadas a bajar al mar en algún momento de la historia; y es que sobrevivir a esas alturas no está al alcance de todos. La cima es propiedad de los All Blacks, son de allí, nacieron allí. Por otro lado, los del XV de la Rosa pocos años han estado alejados de la competitividad. Incluso en sus peores momentos, con jugadores indisciplinados y entrenadores sin liderazgo, vestir la camiseta blanca ha sido suficiente como para asomarse a las puertas de la excelencia -poco premio para Twickenham que siempre quiere más, pero una realidad- y herir de un zarpazo a cualquiera. Pero ahora tienen una generación de jugadores con un alto sentido de la profesionalidad, un líder que ha sabido mantener lo mejor del rugby clásico y que les ha pertrechado con las armas necesarias para perpetrar un asalto con las apuestas igualadas. Continuidad, velocidad, delanteros intrépidos, adaptación a cualquier terreno y una defensa sobresaliente. Los ingleses se mueven bien en la guerra tecnológica, en la guerrilla y en las reyertas de barrio.

Y por delante más de un año hasta que se vean las caras con los All Blacks en la ventana de otoño de 2018, en Twickers, en un partido que viene a deshacer el nudo de la última gira de los Lions. Inglaterra solo se representa a sí misma y Eddy Jones sabe que esta batalla, estación en el camino hacia el mundial de Japón, va a quedar marcada en las almas de ambas selecciones.

Cada partido que se juegue va a ser más y más analizado con la vista puesta en el otoño londinense. Inglaterra no faltará a la cita, y Nueva Zelanda, a pesar de jugar en Twickenham, sabe que ese partido se juega en el lugar donde han nacido ellos, en la cima del rugby.

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