Análisis

Juanma G. Anes

Hechos extraordinarios y dónde encontrarlos

C OMPRENDER el sino del recreativismo siempre fue más difícil que entender una canción de Shakira a la primera. Si uno repasa la historia del Decano comprueba que casi no hay década en la que no haya estado en el alambre. Hasta una pelea con la federación regional le obligó a cambiar de nombre. Lo de ahora, como lo que pasó en los años 90, no es nuevo, pero la situación supera cualquier coyuntura anterior. Ante la desesperación general -y comprensible-, permítanme recordar un par de cosas: la primera, que hace tan sólo 2 meses se logró extirpar el principal tumor que estaba matando al club; la segunda, que todavía hay quistes que siguen haciendo mucho daño. Por si fuera poco, la fiebre sube con cada cero a cero acumulado, así que lo deportivo hace de todo menos dar tranquilidad a la cosa, que ya es mala suerte.

Lo de antes son meras obviedades, como también lo es que esto no se iba a arreglar en dos días (quien así lo imaginara no estaba muy cuerdo), que es más fácil recomponer un destrozo si ya no está el autor de ese destrozo -¿de verdad hay quien le echa de menos?-, o que no existe nada más rápido en el mundo que un buitre acudiendo al olor de la sangre, algo muy típico por estos lares. Resultan curiosas, por cierto, las sorprendentes prisas para que esta ruina salga a la venta sin que se conozca la medida exacta del agujero negro que hay dentro ni se haya levantado el embargo de Hacienda. Ni que estuvieran Abramóvich, Bill Gates y Amancio Ortega peleándose por comprar el Recre, oiga. ¿Que hay otras causas subterráneas bajo esas prisas? Vaya usted a saber.

El Decano llegó a los 125 años dando señales de que iba a ser complicado que cumpliera los 126, y pudimos celebrar los 126 tacos sabiendo todos que sólo un milagro nos permitiría llegar a los 127… Pero aquí andamos, milagro mediante. En sólo unos días volveremos a presumir de este título honorífico que sirve de tan poco y de tanto a la vez, ya que sin él hoy el Recre no sería más que ceniza. Va ser complicado llegar a los 128 pero, quién sabe, quizás en esa efeméride podamos esbozar, por fin, media sonrisa. Porque otra cosa no, pero la historia albiazul, incluso la más reciente, demuestra que aquí somos especialistas en hechos extraordinarios. Para lo bueno y para lo malo.

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