Análisis

PACO GUERRERO

Después de esas tardes de toreo y azotea

Huelva buscó a un torero y encontró a David. Era la travesía de un desierto en el que esta provincia se había quedado sin referentes toreros sobre el ruedo. El tiempo había liberado de los carteles los nombres de Silvera, Litri, Chamaco e incluso el de la inédita tauromaquia de Fariña sobre el ruedo mercedario.

Casi tres años después, de aquel debutante en Paterna apenas quedaba vestigio del novillero de toscas maneras que impresionaba por su valor.

David había evolucionado en su valor de siempre pero tras esas tardes de azotea frente a la silla de Manolo Cortés, apurando el maestro sus últimos lances de vida, De Miranda emergió con el poder de siempre pero con una elegancia distinta, mejorada, a la hora de la lidia. El guerrillero convertido en artista. El gladiador convertido en torero. Miranda y Huelva mirando más allá de ese Trigueros natal que le ayudó en el rodaje preciso de novillero. Para David todo terminó siendo rápido. Su recogimiento, sus logros. La alternativa soñada por cualquiera. El torero en busca de su primera temporada y aquel toro de Zamora que vuelve a poner a cero el contador.

Me dicen, me cuentan. Lo sé. El camino se ha hecho duro. Cuando nos acostumbramos al tiempo y a que la sonrisa de David siempre se encontraba en el camino de la pregunta, también nos hemos acostumbrado a la normalidad del 'todo va por donde debe ir'. Aunque no fuese y el calvario del torero haya sido intenso, brutal y a veces hasta insoportable.

Ahora es David quien debe encontrar a Huelva. Saber que esta nueva etapa es parte del camino que no debe andar solo. Que la búsqueda de lo que quede por venir va a tener sentido porque esas tardes de azotea dan fuerza para respirar y volver a vivir sin pensar en nada más que la fuerza de una afición, de su afición , de su tierra, está necesitando de él.

Que lo perciba aunque parezca que el tiempo adormeció el interés de la gran masa. No es cierto, porque Huelva sigue teniendo presente a quien desde el primer instante le ha emocionado desde la naturalidad, el arrojo e incluso la bisoñez frente al toro.

Que lo perciba sin prisas de un tiempo sin atajos ni plazos. Que sólo le espera a él para cuando el tiempo decida que ya es hora otra vez de toreo y azotea.

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