Un arranque de año abierto a muchas expectativas y veremos cómo se resuelven tantas incógnitas donde lo primordial es el parné y aquí los cajones están llenos de telarañas. Reuniones por doquier, ideas y proposiciones optimistas, puedo prometer y prometo, el tiempo pasa y los problemas crecen con el viento en contra. Urge un antídoto rápido para evitar la catástrofe. El Recreativo no sale de un túnel donde la oscuridad conduce al pánico. El retorno de la Liga marca un año 2017 que debería ser el que vislumbrara la estabilidad para el escaparate de la oferta pública, tras dejar un 2016 caótico, frenético en sucesos críticos y enterrando muchas ilusiones en la travesía hacia el ser o no ser.

Un Recreativo indefinido cerró un año de comportamiento errático: 39 partidos, sólo 9 victorias (6 en Huelva y 3 fuera), tres meses sin ningún triunfo (febrero, mayo y agosto) y metido en la caída libre con un simulacro de equipo para descifrar un rompecabezas. Muy asentado en el abismo: seis jornadas seguidas en descenso, el peor en ataque (13 goles) y ocho consecutivas sin ganar (cuatro empates a cero) con Pavón dirigiendo el mando a distancia desde la grada. Los destierros de Comas y Ceballos no han hecho reaccionar a los jugadores, que acusan en lo emocional el temor opresivo de alternativas económicas tras el cambio influyente de poder.

Hay que descartar un viejo año nuevo tan destructivo para reinventar un equipo que corre como pollo sin cabeza frente a una situación épica y de fe albiazul. Un mes de enero de credibilidad para chequear la salud de un moribundo. "Vivamos el sueño", eslogan de un Marbella que duplica en puntos al Recre, que inició con siete victorias seguidas y ahora recupera sensaciones superado el bajón. "Salvemos la ilusión", el reclamo de ilusión mezclado con la congoja para evitar la liquidación del Decano con encargo de las medidas del ataúd.