Análisis

santiago hierro

Campoamor en el bicentenario de su nacimiento

En el pasado año 2017 se cumplió dos siglos desde lo que fue la llegada al mundo, en el pueblo asturiano de Navia, año 1817, del preclaro e insigne poeta Ramón de Campoamor y Campoosocio.

Era don Ramón un excelente fabulista de importantes dotes literarias, con sencillez y limpieza en el lenguaje, muy suis generis personal y filosófico al mismo tiempo. Campoamor, al igual que otros literarios, introducido en el verso y la prosa, realizó otros quehaceres de trabajo en décadas precedentes y, en el caso de nuestro vate, entró de lleno en la política, en la villa y corte de Madrid, actuando como senador y diputado en Corte, llegando a ser gobernador de las provincias de Castellón, Alicante y Valencia.

Aunque ya había dejado algunas obras escritas, como las fábulas Terneras y flores y Auges del alma, esta decisión de dedicarse en lo sucesivo a la literatura política fue lo que realizó su prestigio y mayor fama.

Entre sus obras escritas, la que lo consagró, o inmortalizara su nombre, fue quizás Doloras, de pequeños poemas relativos, de exquisita fluidez literaria de la vida cotidiana, sin artificios ni frases preciosistas, sino sencillez, humor y sentimentalismo en todo lo escrito. Se le llegó a llamar El poeta de las damas.

Sus fábulas se extendieron por todo el pueblo literario con éxito insospechado en la venta de ejemplares, adquiriendo un galardón tan equiparable como los fabulistas Pedro y Lafontaine.

Entre sus obras poéticas se pueden destacar Doloras, Humoradas, Fábulas, Pequeños poemas, Colón, El drama universal, Cantares; entre obras de no menos interés poético.

Había también otras de estas obras, como fueron de temas religiosos, filosóficos, moralistas, pero de todas ellas, hay que destacar , como un poema insuperable, El tren expreso, el más leído de todos y el de mayor halago, por la exquisitez de su narrativa juiciosa, tan moralista, tan natural sus pasajes, en donde la adoración de la mujer se complementa, dentro del traqueteo de un vagón de ferrocarril, enganchado a una máquina de vapor que va tragándose kilómetros y kilómetros, mientras el paisaje y todo el entorno de tierra y cielo va desfilando raudo por el recuadro de una ventanilla cristalizada del departamento.

La rima se acomoda con la mejor simetría y lirismo, tomando vida y expresión en cualquiera de los momentos y en el tiempo, que todo lo expone y que todo lo borra, pero dejando una indeleble sutileza y ubicuidad en el ambiente.

Campoamor juega con los diálogos, como lo hace con personas, animales y plantas en sus fábulas, dándole a todo ser viviente el don de expresarse por la palabra en el verso acompañado, siempre en el pie con la consiguiente moraleja.

Recordemos en este bicentenario de su nacimiento, nuestra admiración al que fue ilustre poeta que nos dejó un tesoro millonario de sus poemas, y sobre todo de sus pintorescas y agradables fábulas, para el recreo y delicias de sus lecturas.

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