La historia de amor del Decano es como una película romántica. Querer a la partida de nacimiento del fútbol español significa no tener que decir nunca lo siento. Desde la atalaya de sus vivencias parece anclado en el síndrome de atrapado en el tiempo al hacerse costumbre una vinculación permanente en alerta en cuanto se detecta el pánico. La espera con el temor opresivo de que todo salga bien al final para acumular otro episodio de su existencia centenaria.

Antes había que ser optimistas ¡Ah todavía quedan muchos partidos! Y ahora un estado de síncope que paraliza de manera súbita los corazones. El Recreativo se complica su futuro deportivo, que es decisivo como salvavidas para no desaparecer como entidad e imprescindible como sociedad anónima para cumplir sus obligaciones retributivas, fiscales y tributarias. Acojonado por su omnipresente pesadilla quemándose cada vez más su trasero con el fuego de la profundidad grande y peligrosa de la hecatombe de un descenso. A este Recreativo agónico, tercer peor equipo de la segunda vuelta, le están sacando los colores durante otra triste y penosa Liga cuando recibe a un Villanovense humilde de pueblo casi salvado y aferrado a la sorpresa a cuatro puntos del play off de ascenso, tras cuatro victorias en los últimos cinco partidos haciendo su tarea frente a rivales de abajo por el doble valor de los puntos

El Recreativo nunca ha controlado ni el tiempo ni el contenido de la importancia de sumar en los partidos con empates asegurados en relación al futuro precio de los mismos cuando muestra evidente desequilibrio táctico, inoperante creatividad y sus carencias ofensivas. Mucha culpa del entrenador inexperto de turno por no saber leer estas citas de las fases finales en consonancia con las limitaciones del equipo. Y esto pasa factura al ajustar el balance de pérdidas y ganancias. Por desgracia, aquí cualquier tiempo pasado siempre está presente.