Se acerca 2017 y la Agrupación Deportiva Cartaya ya entra en efervescencia. El club rojillo alcanzará los 60 años de vida y por consiguiente la memoria se reactiva buscando el recuerdo. Después de atravesar unos años complicados, en pleno desierto, en los últimos tiempos ha recuperado el esplendor y la credibilidad como fundamento de vida, como motor de formación de jóvenes y también, como club aspirante a metas. En apenas tres años ha logrado dos ascensos y ha establecido las bases y cimientos como para que el club no vuelva a resentirse. Todo como consecuencia del trabajo de una junta directiva, con las bendiciones del Ayuntamiento, que ha sabido dar con el molde para el fundamento más sostenible.

El Cartaya se está distinguiendo, al margen de por lo competitivo, por el mimo a la cantera. No en vano tiene gente dentro del club que ha mamado desde la infancia cada sorbo de historia. Defendido la camiseta y derramado muchas gotas de sudor por honrar el escudo. Eso siempre supone una ventaja porque se hace desde el sentimiento más profundo. Pero es que además son gente preparada que no dudan a la hora de marcar una hoja de ruta. Será un año para el recuerdo. Se prevé un pregón, exposición de fotografías, mesas redondas y convocatorias varias. Todo ello no hubiera sido posible sin las personas que se encargaron de escribir la historia paso a paso, jornada a jornada, año a año.

Pero independientemente del cumpleaños en sí, todo esto determina el fundamento de lo modesto. Es un canto al apoyo, a la vida y al reconocimiento de las instituciones que elevan al infinito un pueblo entero. No es fácil subsistir en un mundo tan marcado por lo materialista. Hablamos de una forma de vida, de un sentimiento que nace del alma y que impregna a generaciones enteras.

El Cartaya, como tantos otros clubes, se tiene que sentir orgulloso de lo conseguido porque ha formado futbolistas. Pero esencialmente se ha esmerado en la formación jóvenes que se hicieron hombres en torno a una idea y agarrando el motivo de la pelota como disculpa. Haría bien el Cartaya en celebrar el cumpleaños por todo lo alto. Entre otras razones porque se lo merece. Y haría un canto a la esperanza para los que vienen por detrás. Porque la historia no se puede guardar con simpleza en el baúl de los recuerdos.

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