Cultura

Entre lo clásico y la vanguardia

Aunque nunca ha alardeado ni presumido de estrenos, el XVII Festival de Jerez ha confirmado lo sucedido en ediciones anteriores, es decir, la firme confianza que los artistas tienen depositada en la muestra a la hora de presentar nuevos proyectos. Se ha convertido en una tónica habitual ver a grandes figuras del baile actual estrenando espectáculos en Villamarta, un hecho que cada año despierta el interés de numerosos aficionados al flamenco y al baile.    

El coliseo jerezano ha sido pues testigo de nuevas propuestas, la mayoría de ellas de gran caché y avaladas por un enorme esfuerzo profesional y artístico, aunque como siempre con resultados variopintos. De todos ellos resaltamos la coqueta y contundente creación de Isabel Bayón, 'Caprichos del tiempo', un montaje sin demasiada parafernalia pero demoledor en cuanto a contenidos. De igual forma, asistimos al resurgir de Javier Barón con 'En clave de 6', donde Esperanza Fernández y Manolo Franco pusieron de relieve que el talento, bien estructurado, necesita poco para triunfar.

 

Villamarta fue testigo también de la versión más teatral de María del Mar Moreno en 'De Cal viva', de una gala inaugural para la historia con momentos inolvidables y con nombre propio: Blanca del Rey, Olga Pericet, Mercedes Ruiz, Laura Rozalén y Marco Flores, o de la irrupción de Úrsula López con 'La otra piel'. Casi nada.

Pero para creatividad la de Rafaela Carrasco, cuya privilegiada mente no hace más que destapar ideas y propósitos envidiables. 'Con la música en otra parte' fue un claro ejemplo de superación, y de ir más allá de la danza o el flamenco. Como espectáculo cumplió con las expectativas creadas, aunque a nivel de público, como es normal, gustase más o menos dependiendo de la concepción que se tenga de un trabajo de estas características. 

 

La XVII edición del Festival de Jerez recuperó clásicos de la muestra como Antonio El Pipa, que conmemoró sus quince años como compañía privada con 'Vivencias', y Antonio Márquez, que después de cuatro años de retiro parcial volvió a llevar a las tablas de Villamarta su torso desnudo, en el mítico Bolero de Ravel, pieza de su 'Siempre Antonio'. 

 

En estos 14 espectáculos programados en Villamarta, hemos podido disfrutar de todo tipo de propuestas, las vanguardistas que proponen Nani Paños y Rafa Estévez, excelentes en 'La Consagración', un trabajo en el que expresan a la perfección la revolución popular y donde Antonio Canales recuperó su mejor versión; y las más habituales, como la que enarbola Farruquito. El bailaor sevillano sigue acaparando la atención de las masas, y su baile puede gustar más o menos, pero esconde los secretos de la tradición, a la que condimentó este año con Karime Amaya.

 

Decepciones como tal ha habido pocas, la más llamativa la protagonizada por el Ballet Flamenco de Andalucía con 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías', anclado en el estereotipo, o la Naranja Amarga de Leonor Leal, donde vimos a una bailaora muy alejada de su concepción habitual. Nadie duda de la capacidad artística de la jerezana pero todos esperábamos mucho más de su nuevo espectáculo.     

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