Cultura

Villamarta

Si lo comparamos con el año anterior, el nivel de los espectáculos que han desfilado en este 2015 por las tablas del teatro Villamarta ha subido con creces. Si en la decimoctava edición costó remontar el vuelo dentro de una temática en la que los negros se apoderaron de la escena, en esta que acaba de concluir, la exigencia de los propios artistas ha deparado que desde el primer día el nivel de las creaciones haya sido alto.   

Bien es cierto que los lenguajes empleados por los artistas han sido bien distintos y completamente opuestos y quizás ahí haya estado la riqueza expresiva de este Festival. Si analizamos nombre por nombre, comprobamos que muy pocos han decepcionado, si bien es verdad que en algunos casos un espectáculo de hora y media se quedó en una simple pincelada, en un detalle. 

Así de una Mercedes Ruiz asumiendo un nuevo papel con decisión y éxito (en un espectáculo en el que una vez más la música de Santiago Lara fue fundamental, al igual que la aportación de Antonio Canales) se pasó a esa manera tan particular de concebir el baile de Israel Galván, que conquistó Villamarta, o a la madurez artística de Fuensanta La Moneta, fenomenal junto al maestro Javier Latorre en ‘Paso a paso’.

Brilló, en otro de los momentos de esta edición, la Compañía de Antonio Gades, un ejemplo práctico de lo que debe ser una gran propuesta, tanto en la interpretación como en la escenografía, y resurgieron con más fuerza que nunca los hermanos Campallo, cuyo montaje conjunto, ‘Sangre’, también nos acercó al flamenco más clásico. 

Gustó Rubén Olmo, un magnífico bailarín que eligió la vida de Egdar Allan Poe (una vida demasiado negra y monótona para un espectáculo de hoy día) para rescatar a la danza más contemporánea en esta edición, y se quedaron a medias María Pagés, cuya visión de la Carmen de Merimée no pasó de ser discreta, Manuela Carrasco, a la que le salvó la soleá con la que cerró el espectáculo pero en la que demostró lo que ha sido dentro del baile, y el Ballet Flamenco de Andalucía, que venía con el Giraldillo al mejor espectáculo en la pasada Bienal pero que funcionó a cuentagotas. 

En el baile propiamente dicho, sobresalió el trabajo de investigación de Concha Jareño, que estrenaba ‘El baúl de los flamencos’ de la mano de Rafael Estévez, y en el que evidenció su enorme talento como bailaora, y la entrega de Pastora, que regaló momentos de arte. De cualquier manera, si ha habido un momento grande en esta edición del Festival ese fue el protagonizado el pasado viernes por José Galván, artista invitado en el espectáculo ‘&dentidades’ de su hija Pastora. El veterano bailaor dio una lección de cómo se tiene que bailar dejando a un lado tanta investigación, tanta búsqueda y tanta excusa barata para contar una historia. Por caña se metió al Villamarta en el bolsillo y lloró de emoción al ver a todo el teatro en pie entregado ante tal hazaña. 

La parcela dancística la cerró María del Mar Moreno con ‘Soníos negros’, una mezcla de teatro y flamenco muy acertada en la que supo combinar la cuidada escenografía ‘made in La Zaranda’ con un guión bien montado y sobre todo con un elenco artístico ejemplar, pues no sólo su baile gustó sino que también lo hicieron sus clásicos colaboradores, o sea, Antonio Malena, El Tolo y Manuel Malena, por referirnos al cante. Precisamente el cante para acompañar el baile no ha tenido una línea tan alta y regular como en años anteriores, aunque sí ha habido buenos exponentes como Juañares, El Extremeño, el propio Antonio Malena, Miguel Lavi o Alonso Rancapino hijo. 

La XIXedición del Festival recuperó también el lugar que merece la guitarra, que ha tenido protagonismo no sólo en el coliseo jerezano sino también en los espacios alternativos, y siempre con éxito. El homenaje a Paco puso de manifiesto el excelente momento que vive la guitarra de Jerez, con varias generaciones de guitarristas de gran talento. En el otro lado, la figura modélica de Paco Cepero, otra sonanta irrepetible, que supo combinar de manera elegante en su espectáculo toque, cante y baile llevándose el calor del público de Villamarta.

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