cRITICA DE ARTE

El tiempo del artista

Crear es el triunfo de la vida. Así lo afirmaba uno de los filósofos más influyentes de los siglos XIX y XX, Henri Bergson, aquél que diferenciaba el tiempo falsificado, el que contempla la ciencia, del tiempo auténtico, el que marca la duración de la vida interior de la conciencia.

He gozado con, en y de la exposición de Juan Carlos Castro Crespo en Punta Umbría. He gozado, como tantas veces. ¿Razones? Como aquella máxima de Machado sobre la verdad, tu razón no, la mía tampoco, vayamos a buscarla. Búsquenla en Punta. Búsquenla entre los cuadros. En los cuadros.

He gozado, pero una vez más Castro Crespo no me ha sorprendido. No hay espacio para ello. Ha dejado de sorprender a la sorpresa que aún hay en mí. Pero, otra vez más, y son tantas, me ha despertado la envidia. La envidia, pecado capital y por ende nacional (autonómico y de nacionalismos románticos decimonónicos), es un sentimiento desentrañado por el tamiz de la mente donde el dolor no se abstrae, traspasa la realidad. Pesar del bien ajeno.

Y ¿qué tiene Castro Crespo que no tengamos la mayoría de los mortales? Creatividad, buen gusto, hacer y saber hacer. Conciencia. Tiempo. Distancia. Calidad. Sentido. Momentos. El momento.

De un trozo de tela raído hace un mundo de placer. De un mundo de placer redefine una tela raída. Y ambos hechos concretos tienen firma. Y esa firma que se lee Castro Crespo es de interés, pero de mucho más interés es la impronta de un pintor/artista consecuente, exquisito, innovador, rompedor, inquieto y trabajador. Alquimista. Artesano. Nunca mil naturalezas estuvieron en mejores manos que en las de Castro Crespo. Síntesis. Personalidad.

Estoy cansada de contemplar obras de Castro Crespo. Mas nunca me cansaré de ver más Castro Crespo. Nunca harta lo que bien se come y lo que mejor se digiere. La belleza no aburre. Engancha.

Quedan pocos días para que finalice la muestra. Dos opciones. Puedes ir a Punta y bañarse entre las algas invasoras. Puede ir a la exposición de Castro Crespo y bañarse en inspiración y compromiso. Las algas, dicen algunos, rejuvenecen la piel. Los cuadros de Castro Crespo, la mente. Inténtelo. Báñese. Solácese.

Por cierto, si le llevas un poco de las algas que se amontonan en nuestras costas, es capaz de componer un horizonte de paisaje soñado, un manto de la Virgen del Rocío, un lince en las arenas de Doñana, un compromiso con la vida natural o un bodegón con cobre, libros y calavera.

Juan Carlos Castro Crespo ha triunfado en la vida. Ha creado. Sigue creando. Creará siempre. El tiempo, auténtico o falso, ha estado también de su parte. Con el tiempo de pasado ha medido las distancias. Tiempo de presente. Tiempo de futuro. El tiempo en sus manos. El arte del tiempo. El tiempo (que no muere) del arte.

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