Cultura

La terna, sin trofeos en Pamplona

GANADERÍA: Novillos de Miranda de Pericalvo, el segundo como sobrero, bien presentados y de juego variado. El mejor, el bravo primero, fue bueno, también el segundo, el resto, mansos y a la defensiva, resultaron deslucidos. TOREROS: Alejandro Esplá, ovación y ovación. Pablo Lechuga, silencio y ovación. Luis Miguel Casares, ovación y ovación. Incidencias: Plaza de Pamplona.

El desacertado manejo de los aceros por parte de los tres novilleros actuantes en Pamplona, Alejandro Esplá, Pablo Lechuga y Luis Miguel Casares, fue la clave para que ninguno de ellos resolviera en triunfo su actuación.

Luis Miguel Casares dejó una grata impresión frente a su primero, un noble aunque flojo novillo, al que toreó con temple en series de muletazos largos y profundos por los dos pitones. La pena fue que con los aceros emborronó una labor merecedora de trofeo.

Tampoco anduvo acertado con la espada en el sexto, novillo mansote y parado, que protestó mucho, al que Casares realizó una faena de valor, planteada en las cercanías, lo que hizo que en un momento fortuito saliera por los aires sin consecuencias.

Alejandro Esplá tuvo en primer lugar un importante novillo, con mucha clase, sobre todo por el pitón izquierdo, por donde el alicantino dibujó muletazos despaciosos y con calidad. Faena importante, aunque todo se diluyó por culpa de su mala espada.

El cuarto fue muy distinto, novillo que se movió menos, defendiéndose y recortando por los dos pitones. Esplá estuvo decidido y dejó detalles sueltos de cierto mérito, pero al conjunto le faltó redondez, y todo por culpa de las complicaciones del novillo.

Pablo Lechuga se enfrentó a un tercero manso y complicado, defendiéndose mucho, sin humillar y rematando los viajes con la cara arriba. Aquí sólo cabe anotar la disposición del novillero.

Más de lo mismo en el quinto, aunque esta faena si llegó a coger más altura, con un toreo reposado y templado de Lechuga ante un novillo que se acabó muy pronto. La tarde no fue propicia con las espadas, y al igual que sus compañeros falló en la suerte suprema.

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