Cultura

El síndrome de Peter Pan

El síndrome o complejo de Peter Pan, el niño que no quería crecer, tan arraigado en tantos y tantos y que, de vez en cuando, nos acecha a todos, tal vez a una sociedad que tiende al conformismo acomodaticio y enfermizo, suele surgir en el ámbito del cine en formas muy distintas pero también a veces muy coincidentes. En el cine de Hollywood ese tipo de reuniones de viejos amigos, de compañeros de clase, de antiguos miembros de un equipo deportivo, de un club o de cualquier otro grupo o colectivo, es habitual argumento en ocasiones con fines puramente divertidos, de distracción o esparcimiento, de celebración o conmemoración sentimental, pero también con otros fines a veces delictivos, transgresores o para la comisión de una acción non sancta. Hay títulos que enmarcan todos estos propósitos.

El último ejemplo lo tenemos en nuestras pantallas con la película de Dennis Dugan, Niños grandes, con guión, producción y protagonismo a cargo de Adam Sandler, uno de los más populares actores cómicos de Estados Unidos, con tal predicamento que sus películas suelen suponer un elevado índice de taquilla. La película sobre la que hoy volvemos es una vuelta a uno de esos ejemplos que caracterizan las comedias de Sandler, sobre todo si, como vemos, se ha rodeado de entrañables amigos, cómicos como él, que en los escenarios, la televisión y el cine han logrado altas cotas de popularidad: Chris Rock, David Spade y Kevin James.

Su humor no es de elevados presupuestos mentales, es decir no estamos ante una gracia inteligente, sino de un humor más lapidario, más fácil, más al alcance de cualquier mentalidad, buscando la diversión sin más complicaciones, haciendo, además, un elogio de la ignorancia como panacea de la felicidad. Aquí Adam Sandler, la mano que mueve la cuna en la película, por encima de su director, Dennis Dugan, con títulos en su filmografía tan prescindibles como Tres idiotas y una bruja (2001), Seguridad nacional (2003) y Zohan: Licencia para peinar (2008), que recordaba en mi crítica del pasado jueves.

En suma esta reunión de Sandler con sus compinches aparte de descubrirnos a un grupo con una gran capacidad humorística en lo interpretativo, digna, eso sí de más altos vuelos de ingenio, pero el guión no da para más, con toda su verbosidad efervescente, nos descubre como estos Niños grandes, se ven afectados por su síndrome de Peter Pan, sobre todo porque su mentalidad no ha podido o no ha querido crecer más, incapaces de asumir una madurez a la que no han llegado. Y eso, mal que nos pese, le ocurre a muchos hoy día, incluso a muchos de los que nos gobiernan y es más: a una sociedad banal, alegre y confiada, dócil y maleable, iletrada y mal informada, que en ocasiones camina a ciegas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios