Fila siete

Una secuencia antológica

De las siete nominaciones con que ha sido distinguido el interesante film 'Expiación', actualmente en cartel, entre ellas como más destacadas la mejor película, la mejor dirección artística y el mejor montaje, me llama la atención sobre todo la fotografía, cuyo autor es Seamus McGarvey. Siendo de gran calidad toda ella hay que exaltar como merece una larga secuencia: la del fallido desembarco de Dunquerque, en el curso de la Segunda Guerra Mundial, adonde llega el protagonista, que rodada en una sola toma y por el método 'steadicam', supone no sólo un gran reto en su realización, espléndidamente resuelto, sino también un logro extraordinario de una impresionante belleza formal que realza el realismo de unos planos, en algunos casos en el amplio escenario de la playa con miles de hombres y máquinas de guerra.

Esta sola secuencia que puede ser antológica y pasar a los anales de los capítulos estéticos más inolvidables de la historia del cine, es más que suficiente para que cualquier cinéfilo vea la película que, además, a mi modo de ver, goza de todas las virtudes de ese cine británico que nos tiene acostumbrados a la perfecta reconstrucción de una época, en este caso de un tiempo anterior a la conflagración más sangrienta de la historia de la humanidad e importantes pasajes de su transcurso en los que intervienen personajes de este relato, basado en una novela aplaudida por la crítica literaria y considerada como una de las mejores de los últimos veinte años, de la que es autor Ian McEwan. Tanto el guionista, Christopher Hampton, como el director, Joe Wright, han sido fieles al texto original, como ya hiciera en su versión del libro de Jane Austen 'Orgullo y prejuicio' (2005), su 'opera prima', como ya recordaba en mi crítica publicada aquí el pasado miércoles día 16.

'Expiación' es, sobre la excelente conjunción de una elevada inspiración estética una admirable puesta en escena cuya alternancia de tiempos y espacios conjuga las mejores características del melodrama romántico enriquecido por unos personajes perfectamente incardinados en la trama. Ese pronunciado contraste entre la primera parte de una belleza cromática que realza los intensos matices del drama en un ámbito casi idílico y plenamente romántico y la segunda más trágica y tenebrosa, perfila las características de los personajes y su comportamiento en los distintos acontecimientos que cambian sus imprevisibles destinos. Por todo ello el film configura un atractivo triángulo de amores, envidias, celos y traiciones que puede hacer las delicias de los amantes de ese cine de base literaria aunque alejada del excesivo academicismo.

Contribución importante a los valores de la película la aportan los intérpretes. Keira Knighhtley encara con talento un personaje de mayor entidad, es más que obvio, que el protagonizado en 'Piratas del Caribe' (2003) y sus secuelas. Con ella la joven Saoirse Ronan, nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria, toda una revelación. Y dentro del gran acierto de todos los actores y actrices no podemos olvidar a James McAvoy, a quien recordamos de su feliz actuación en 'El último rey de Escocia' (2006), junto al oscarizado Forest Whitaker, y por supuesto a la veterana Vanessa Redgrave con unos impresionantes primeros planos que sólo puede superar magistralmente una actriz tan prestigiosa como ella. Destaco todo esto porque en mi primera crítica no tuve espacio para dedicarme a tan decisivo capítulo de esta destacada película.

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