La lengua navega a américa

El púlpito de la polémica

  • Carlos Hipólito traslada la vehemencia de fray Bartolomé de las Casas en su denuncia de los abusos en la conquista

  • En frente se sitúa la 'Brevísima' como herramienta política

El atril desde el que se dan vida a las lecturas del ciclo La lengua navega a América fue ayer un púlpito para propagar el "sermón glorioso", que llama Carlos Hipólito al texto más encendido y polémico de fray Bartolomé de las Casas. Bromeaba el actor durante el ensayo previo en Las Cocheras del Puerto de que quizá podría haber tomado los hábitos dominicos para trasladar el personaje de forma más creíble al público. No le hizo falta. Suya fue la palabra del religioso, su denuncia y su extraordinaria vehemencia. Apenas le bastó su voz, quizá sus miradas, sus silencios, sus gestos, naturalmente medidos, para vestirse del fraile que llevó a la Corte los excesos de los conquistadores españoles en territorio americano. Y frente a ese púlpito, entre la oscuridad de la sala, quienes llenaron el patio de butacas fueron también los cortesanos, siguiendo atentos la exposición de Las Casas, como si al final del acto fuesen a trasladar sus conclusiones al mismísimo Carlos V o al infante Felipe.

Porque ese atril tan clerical ayer fue también una suerte de atalaya judicial desde la que contrarrestar el entusiasta relato de denuncia en que se constituyó desde su publicación en 1552 la Brevísima relación de la destruición de las Indias. Ya entonces hubo muchas dudas sobre la autenticidad de todos los hechos narrados y todavía en la actualidad sigue siendo objeto de polémica. Y le correspondió hablar de ello en este ciclo al académico Santiago Muñoz Machado sobre un "texto marcadamente panfletario que no debe ser considerado como un tratado".

Carlos Hipólito logró sobrecoger al público onubense como predicador excepcional

El reputado jurista cordobés y miembro de la RAE no pudo participar ayer en Huelva en la lectura de su comentario por compromisos ineludibles. Fue José Luis Gómez quien leyó su aportación desde el atril. El mismo púlpito en el que Carlos Hipólito trasladó el desgarro del religioso en su enumeración de atrocidades cometidas por españoles en los territorios americanos sirvió también para que el académico Muñoz Machado, en voz de su colega Gómez, lo desmontara y destacara las "exageraciones" recogidas.

Pero aislado en la oscuridad del escenario de Las Cocheras, apenas con la luz de unos focos, como si de la misma iluminación divina se tratase, Hipólito dio vida al sermón de fray Bartolomé de las Casas, encarnado defensor de los derechos de los indios inocentes que no debían morir "sin fe ni sacramento". Rescató de los siglos al dominico y le convirtió en un orador excepcional, realmente único, capaz de hacer visible para la audiencia las numerosas escenas su relato, de trasladarles a todos los desmanes cometidos y sobrecogerles con las mismas descripciones que trataron de conmover a la Corona del imperio de los Austrias.

"Los cristianos, con sus caballos y espadas y lanzas, comienzan a hacer matanzas y crueldades estrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos", escribía al comienzo Las Casas es un adelanto de detalles mucho más cruentos, salvajes y dudosamente intencionados, como puntualizaba el comentario académico.

Muñoz Machado recupera en su escrito una frase de Ramón Menéndez Pidal con que se refirió en 1963 a fray Bartolomé de las Casas: "Ni era un santo, ni era un impostor ni malévolo ni loco; era sencillamente un paranoico".

En esta línea explica también el académico que está demostrado que muchos datos que contiene la Brevísima sobre los estragos entre la población indígena americana son falsos: en algunos casos, asegura, se habla de más muertes que población había en esos territorios en la época. O se soslayaban los motivos de esa mortandad, probada también la causalidad de las enfermedades propagadas por los españoles, extrañas hasta entonces por su sistema inmunitario.

Fue esta obra, especialmente, la que dio pie a la leyenda negra de España en América, destaca también Muñoz Machado en su escrito, y convertida por ello en un instrumento político, utilizado ya en la época, como popular éxito de ventas, en arma arrojadiza hacia la Corona española por parte del resto de potencias europeas, apartadas en principio a la expansión americana por bula papal.

José Luis Gómez, en declaraciones a la prensa antes de la lectura, destacó el valor de la Brevísima por esa bipolaridad que tiene: "Es de una elocuencia estremecedora, escrita y concebida como arrebato de un gran predicador, y al mismo tiempo se duda de su veracidad completa".

Pero también lo dijo Carlos Hipólito anteriormente: más allá de las consideraciones que pueda tener la obra y de los propósitos del fraile con ella, hay una riqueza extraordinaria en el propio texto que no puede ignorarse. Y suyo fue el mérito de que esa riqueza fuera más evidente que nunca ayer ante el público de Huelva. Suyo fue ese discurso desgarrador, poderoso y sensible, misericordioso, irónico, para que la reflexión y la polémica sigan vivas un poco más.

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