Cultura

Ni de noche ni de día

Ni de noche ni de día ha funcionado la última película de Tom Cruise, Noche y día, presentada con tanta pompa y circunstancia, sobre todo en España, donde el rodaje de sus más trepidantes secuencias en Sevilla y Cádiz dieron tanto que hablar y no por motivos precisamente cinematográficos. La película no ha funcionado a pesar de que todo parecía ir en su favor. El impacto mediático de su filmación en nuestro país con episodios que trascendieron a nivel mediático de sucesos, el supuesto tirón atractivo de la pareja protagonista, el siempre sonriente Tom Cruis y la escultural Cameron Díaz, no han sido que reclamos puramente publicitarios..

A los pocos días de su estreno Noche y día quedaba relegada en las listas de los títulos más populares y taquilleros de las últimas semanas. Bien es verdad que ha tenido que enfrentarse a películas de fuerte impacto y poderoso lanzamiento de marketing como Toy story 3D, Shrek: Felices para siempre, Pesadilla en Elm Street (El origen) y Eclipse, más las novedades del último fin de semana que no se quedan atrás. De todas formas el flojo desembarco -o al menos el no esperado- de la película en la cartelera española, parece confirmar que la decadencia de Tom Cruise, un actor no siempre bien aprovechado, sigue un derrotero nada optimista para el actor.

En lo que sí hemos coincidido todos los críticos, y es fácil advertir, es que Tom Cruise no hace más que repetir en Noche y día el personaje y las aventuras que ya le hemos visto en las entregas de Misión imposible, socorrido sucedáneo cinematográfico de la famosa serie de televisión norteamericana. Si esto es lo más patente en la cara más directa del film respecto a su adaptación a las expectativas de la mayoría de los espectadores, son también fácilmente apreciables los guiños a títulos tan famosos como Charada (1963) y Con la muerte en los talones (1959), con la firma de dos grandes maestros de la comedia en el primer caso y de la intriga en el segundo, Stanley Donen y Alfred Hitchcock respectivamente, según consideramos en nuestra crítica publicada aquí el pasado domingo.

En este juego, más para la galería, es decir más para un público generalizado fácil y propenso a la acción a toda costa y sin más complicados argumentos, James Mangold, que es un director de algunos logros cinematográfico evidentes como Cop Land (1997) y En la cuerda floja (2005), entre otros, muy lejos de las manidas concesiones en las que incurre como realizador de esta expansión más bien pirotécnica y aleatoria, que nos lleva de un lado a otro del mundo incluso a unos sanfermines sevillanos como muestra inequívoca de lo que le importa al cine comercial norteamericano el rigor de sus realizaciones. Como es eso lo es o puede serlo, todo. A muchos estos atropellos les parecerán indignantes mientras que a la gran mayoría les resultará indiferente. Como tantos otras ocas, por desgracia más importantes que este absurdo pasatiempo.

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