Fila siete

La mansión tenebrosa

CineBox Aqualon Puerto Huelva y Multicines El Condado Cinemas 7.- T.O.: 'The woman in black'.- Producción: Reino Unido, Canadá y Suecia, 2012.- Duración: 95 minutos.- Dirección: James Watkins.- Guión: Jane Goldman basado en la novela de Susan Hill.- Fotografía: Tim Maurice-Jones.- Música: Marco Beltrami.- Montaje: Jon Harris.- Intérpretes: Daniel Radcliffe, Janet McTeer, Ciarán Hinds, Liz White, Shaun Dooley

Esta película, fiel al inconfundible estilo de la productora británica Hammer en producciones de terror, conserva el estilo tradicional del género gótico y los elementos habituales que ilustran todos sus films: la mansión tenebrosa y llena de inescrutables misterios, el ámbito climático frío y la niebla persistente, la campiña victoriana, las marismas cenagosas y los paradigmas de una cultura popular dada al hermetismo y el temor y toda esa iconografía cinematográfica propia de los años cincuenta, sesenta y setenta que mantuvo la hegemonía de esta empresa especializada en temas terroríficos.

Películas de esas imágenes características volvieron recientemente con Déjame entrar (2010) y La víctima perfecta (2011) y en ello insiste ahora La mujer de negro, en la que, además de todo lo afirmado, tenemos a Daniel Radcliffe, el tan repetitivo Harry Potter, en un papel adulto, en todos los sentidos, encarnando al asombrado protagonista, Arthur Kipps, un joven abogado londinense viudo, que, obligado a dejar a su hijo de tres años, llega al remoto pueblo de Crythin Gifford, donde es acogido con desabridas expresiones. Deberá encargarse de la herencia del difunto, el propietario fallecido recientemente, de la vieja y tenebrosa mansión de Eel Marsh House. En ella se verá sorprendido por una extraña presencia que se manifiesta en formas realmente aterradoras. Una vieja leyenda habla de las apariciones de una extraña dama enlutada.

James Watkins, que ya en su película Eden Lake (2008) se introducía en el estilo de la clásica horror movie, se desvía aquí un tanto para emprender un terror más afectado y provisto de un nítido refinamiento gótico. Como quiera que sea me parece una manera estilizada de tratar cinematográficamente la novela de la imaginativa y prolífica escritora Susan Hill, publicada en 1983 y que ya ha tenido otras adaptaciones tanto en el teatro como en el cine. Precisa con admirable intuición ese clima que envuelve toda la historia de intriga y misterio como elementos inspiradores de terror que contagia al espectador más templado, provocándole una irremediable sensación de miedo.

Si bien James Watkins insiste, tal vez demasiado, en provocar el sobresalto en el público, abunda en trascendentales momentos en los que esa atmósfera inquietante se aprecia más sensiblemente. El relato se dilata a veces y mantiene ciertos recursos literarios pero la puesta en escena, la oportuna intervención de la música, como siempre con la maestría del ya acreditado Marco Beltrami, acentúan adecuadamente los más intensos efectos dramáticos sobre la terrorífica narración, así como la matizada iluminación y fotografía que refuerzan el tono crepuscular del enrarecido ambiente en la mansión tenebrosa y su entorno, donde transcurren los momentos más espeluznantes de la historia.

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