Cultura

Una juventud estimulante

Obras de Des Pres, Del Encina, Guerrero, anónimo del siglo XVI, Mozart, Shumann, Fauré, Kodaly, Vila y Lauridsen. Coro de jóvenes de Andalucía, seis instrumentistas y un rapsoda. Dirección: Lluís Vilamajó. Cocheras del Puerto de Huelva. 8 de enero de 2012. Ocho de la tarde

Todavía recientes la Navidad y el Año Nuevo la música selecta volvía a los auditorios onubenses. Las novísimas Cocheras del Puerto reabrieron sus puertas el domingo 8 de enero al Coro de jóvenes de Andalucía, que cantó para un público entregado.

El Coro de jóvenes de Andalucía es un grupo fundado en 2007 para impulsar la tradición coral entre jóvenes de la extensa geografía andaluza. Sujeto a una disciplina que llevan a cabo especialistas en épocas y repertorios, ofrece programas que van del Renacimiento a la actualidad. De sonido homogéneo y una riqueza expresiva que construye desde la matización más sensible, se aprecia en este coro integrado por unas cuarenta voces la pulcritud y el recortamiento que son inconfundibles en un enfoque historicista.

El concierto de Huelva se estructuró en tres bloques: Renacimiento, estereotipo clasicorromántico y coyuntura de los siglos XIX y XX. Formidable el Cántico de Jean Racine, de Fauré, en una interpretación que expandía gozosamente la espiritualidad, vivida cual dulce patetismo en el Pange lingua de Kodaly, obra con remembranzas del Miserere de Mozart. Pero el culmen llegaría al final del programa, el O magnum mysterium de Morten Lauridsen. Siguiendo las indicaciones del director, los coristas se distribuyeron a izquierda y derecha del patio de butacas para crear un efecto estereofónico envolviendo al público. ¡Experiencia reveladora que fue un bálsamo para el oído!

Descontextualizada su versión del Ave verum de Mozart: el rápido tempo mostraba esa tendencia del Historicismo a sistematizar la lectura de una obra y la reducción para piano restó contenido al original diseño de la cuerda. La tarjeta de presentación del Coro resultó de una fugacidad extraña, reflejo de cierta impulsividad.

Se contaba también con un percusionista, para el primer bloque, una flautista, que tocó solamente en las propinas, y cuatro pianistas, que se fueron turnando a lo largo de los bloques segundo y tercero; su camerismo refinado aportaría las texturas necesarias en obras como el Zigeunerleben de Schumann o Nocturnos de la ventana de Vila. Y es que el timbre de un piano es muy de agradecer como acompañamiento instrumental a un coro ya que se realza los contornos de sus cuatro voces mixtas. Redondeó la velada un rapsoda, que aun siendo muy correcto estuvo falto de volumen y naturalidad.

En su empeño por que cundiese más el trabajo que estos coristas jóvenes están realizando, Lluís Vilamajó dio solemnidad a su dirección con ademanes incluso para las salidas escénicas y también recalcaría esas apuestas culturales no mayoritarias que poco a poco adquieren eco en la sociedad, un comentario que desencadenaría un aplauso atronador. Algunos cantantes se animaron a compartir sus emociones artísticas, las que se viven en una carrera incipiente como la de ellos.

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