Responsable, trabajador, constante y desde hace cuatro años emancipado. Este joven rocianero demuestra romper todos y cada uno de los arcaicos tópicos que la sociedad le atribuye a este colectivo. Para más inri y tras varios años de vida conyugal, Oscar García espera, para el mes de agosto, tal como nos devela en primicia, su primer retoño.

A pesar de su corta edad, sólo cuenta treinta primaveras, tiene una contrastada veteranía laboral en el campo de la hostelería, si bien inició su andadura profesional como empresario agrícola. Sin embargo, ello no es óbice para que su preparación académica no le ande a la zaga, llegando a cursar hasta segundo de matemáticas en la Universidad de Sevilla. En este punto de carrera el joven decidió virar sus objetivos y metas profesionales para volcarse de lleno en el mercado laboral.

Su primer 'compromiso' fue gestionar seis hectáreas de fresas junto con su progenitor para, una campaña más tarde, embarcarse en solitario como empresario. No obstante, tras una campaña sin frutos económicos, cargada de trabajo y con una notable inversión, García determinó buscarse un trabajo más estable sin las fluctuaciones de un mercado, el agrícola, donde el empresario nunca determina el precio de su producto, debiendo de estar sujeto a la cotización que fijan las grandes compañías y los intermediarios. A este respecto, el joven asevera que los latifundios están "condenados a desaparecer, al igual que el negocio tradicional".

Ahora posee un trabajo fijo y estable como camarero en una cafetería en el municipio que le vio nacer. El problema radica en que la marcha de la economía y el coste de la vida le obligan a que parte de sus vacaciones y fines de semana de descanso trabaje en ferias como cortador de jamón o sirviendo en bodas, un complemento imprescindible para abonar una hipoteca que, se lamenta, no ha parado de subir en los últimos años, pasando de los "300 euros desde que la suscribí a los 450 mensuales que abono a día de hoy".