Cultura

El interminable tránsito del color

  • La galería Espacio Cero reivindica a Miguel Pérez Aguilera como figura clave de la pintura abstracta

  • 'Poética y avance' se inaugura esta tarde con 25 obras datadas entre 1968 y 1996

El mismo pintor confesaba unos años antes de fallecer, que el suyo fue un padecimiento largo e intenso, hasta que "al fin" encontró su "fórmula". Realmente, a sí mismo. La abstracción le tomó y, desde entonces, años 60, su pintura y su existencia fueron otras. También el arte en Andalucía, que alcanzó a través suya una dimensión a la que llegó, una vez más, con retraso.

Miguel Pérez Aguilera (Linares, 1915-Sevilla, 2004) es considerado el padre de la abstracción andaluza. Aunque, más que eso, rompió con el clasicismo rancio que mandaba en la época, demasiado anclado a una figuración pretérita. El resultado de sus primeras investigaciones cayó como una bomba en su entorno, ajeno a sus ansias de libertad. Pero él encontró su camino y no lo dejó a lo largo de su vida. Aunque sus obras no dejaran de acumularse en su estudio.

Una selección de ellas, datada entre 1968 y 1996, están expuestas desde esta semana en Huelva, en la galería de arte Espacio Cero, donde se pueden apreciar 25 cuadros de distintos formatos cedidos por la familia del artista para su exhibición y venta hasta el 20 de febrero próximo.

En Poética y avance se reúnen "abstracciones repletas de armonía y plasticidad con un sinfín de apariencias rítmicas, difusas y totalmente sutiles", detallan desde la galería. Porque en sus cuadros se intuyen formas y espacios envueltos por el color, siempre armonioso, sobre un gris convertido en nexo y pieza clave para dar sentido al fondo que se esconde tras el aparente desorden.

De Pérez Aguilera se reconoce el influjo que tuvo sobre Carmen Laffon, Santiago del Campo, Luis Gordillo o José Luis Mauri, a los que llamaba "jóvenes pintores comprometidos con la vanguardia". Fue en ellos en quienes tuvo peso su pintura, su invitación a la poética a la que apela el título de la exposición. Era un "lenguaje libre alejado del mero valor representacional, en el que la poética, la luz y el color debían dar paso a una pintura más autónoma".

Fue discípulo de Vázquez Díaz, del que se nota una gran influencia en sus dibujos. Y expuso en octubre de 1986 en la Galería Carmen Vázquez. Hasta ahora, aquella era su única exhibición en Huelva, donde volvía cada verano a Punta Umbría, a la que dedicó una serie en su última etapa.

El jiennense pintó hasta el final de sus días, en largas sesiones de trabajo en su estudio de la calle Asunción, en Sevilla, que marcaba en el reverso de sus cuadros. La mayoría de ellos sigue en poder de la familia, y hoy, en Huelva, sus hijas presentarán una cuidada selección que ponen a disposición del público por primera vez en muchos años. Será una excepcional ocasión para contemplar y adquirir la obra de un nombre fundamental en la historia del arte español de la segunda mitad del XX.

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