Cultura

El gaditano David Galván triunfa con un buen concepto del toreo

  • El alumno de la Escuela de Jerez consiguió el único trofeo de la nocturna de promoción en la Maestranza · El espartinero Javier Jiménez destacó por su garra

GANADERÍA: Novillada de Fidel San Román, muy desigual en presentación y juego. TOREROS: Martín Liñán, de blanco y oro. Media (silencio tras aviso). Luis Rivera, de gris perla y plata. Estocada, cinco pinchazos, estocada y un descabello (saludos tras dos avisos). Javier Jiménez, de teja y oro. Estocada y un descabello (vuelta tras petición). David Galván, de azul y oro. Pinchazo y estocada (oreja). Miguel Ángel Moreno, de rioja y oro. Estocada y descabello (vuelta). Daniel Torres 'Cotola', de añil y oro. Sablazo que escupe, dos pinchazos, otro sablazo, tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primer festejo de promoción nocturno. Media entrada, en noche calurosa. Debutó como presidente Julián Salguero. Martín Liñán fue atendido en la enfermería de una contusión en la base inferior del hemitórax derecho, de pronóstico leve. Bien Antonio Ronquillo, en un quite salvador.

El jueves comenzó otra edición de nuevos valores de la torería, un tiempo para la esperanza que bajo los focos de la Maestranza acoge una interesante liguilla -en los primeros jueves de este mes- con 18 alevines en busca de la gloria, que concluirá con una final de triunfadores el próximo 23 de julio. Comenzó ese tiempo de esperanza con media entrada y unos espectadores ávidos de apoyar a los chavales y lo más destacado fue, sin duda, el buen concepto del toreo del gaditano David Galván, que consiguió el único trofeo de un festejo en el que también sobresalió por su garra Javier Jiménez. En el resto del festejo, hubo de todo ante una novillada de Fidel San Román muy desigual en presentación y juego.

David Galván no tuvo enfrente precisamente al mejor novillo de la noche y sin embargo dio la sensación de un incipiente novillero -por supuesto, sin madurar- que tiene un buen concepto del toreo, busca el temple, pisa terrenos comprometidos y no suele vender la mercancía. De hecho, el isleño, alumno de la Escuela de Tauromaquia de Jerez, tardó en calar en el público por su frialdad. Por ello y porque su ejemplar, muy reservón, se lo puso complicado en una faena a más, con una primera parte en la que sobraron enganchones y otra en la que el gaditano se impuso por quietud y firmeza, con varios muletazos templados y algún retazo de buen gusto, como un bello cambio de mano, para abrochar su obra con unas manoletinas muy comprometidas, en cercanías y ceñidísimas. Mató al primer envite y recibió un trofeo merecido.

El espartinero Javier Jiménez llamó la atención por su garra. Muy dispuesto, ganó terreno a la verónica en los lances de salida. Se marcó un quite por gaoneras tan ajustado que su novillo lo lanzó por los aires sin contemplaciones. En la faena, que brindó a Espartaco y realizó en los medios, porfió con suma entrega y sin opción al lucimiento ante un novillo rajado, que se quedaba muy corto y que volvió a engancharle de manera aparatosa y, afortunadamente, sin consecuencias.

El sevillano Martín Liñán, que brindó su faena a Salvador Cortés y Luis Mariscal, sufrió un fuerte porrazo en el hemitórax derecho, al ser cogido en un pase de pecho, en una desigual y extensa labor, con un animal mansote, que se rajó de inmediato, y en la que los mejores momentos llegaron en aislados naturales.

El malagueño Luis Rivera consiguió algunos momentos brillantes por el lado derecho -mejor pitón- con otro animal rajado, muy corto por izquierdo. Con la espada dio un mítin.

El murciano Miguel Ángel Moreno conectó por momentos con el público en una desigual y larga faena con el manejable quinto. Dio una vuelta por su cuenta, tras matar de estocada y descabello.

El colmenareño Daniel Torres Cotola, muy verde para la presentación en Sevilla, sin brillantez con las telas, dio un mitin con la espada en la lidia de un astado sin fijeza, pero con movilidad.

En la calurosa noche, parte del público se entretuvo en dar cuenta de bocadillos y bebidas refrescantes en los tendidos, entre tanto, en el ruedo, un isleño de la Escuela de Jerez aportó el buen vino torero. Se llama David Galván. Y aunque tiene apellido de gran bailaor, se queda quieto y tiene un buen concepto del toreo. No es poco para los tiempos que corren...

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