Fila siete

Una farsa social

Difícilmente se puede eludir por parte de cualquier cinéfilo el recuerdo de títulos tan importantes en la filmografía del director canadiense Deny Arcand como 'El declive del Imperio Americano' (1986) o 'Las invasiones bárbaras' (2003), ganadora del 'Oscar', que recordarán en esta misma sala muchos de los habituales del Cine Club Francisco Elías y cuyos numerosos galardones han dado lustre a su no muy amplia ejecutoria cinematográfica. Esta última película suya, estrenada en España el pasado mes de abril, es la última entrega de esa trilogía iniciada con los dos films antes citados, donde el realizador desarrolla sus ideas más personales.

"Tengo la sensación, ha dicho Arcand, de que vamos hacia una nueva Edad Media. Quería desarrollar ese tema porque la Edad Media representa la guerra contra el Islam: los infieles, las cruzadas. Así estamos ahora". Se podrá estar de acuerdo o no con el realizador, pero la consideración de su película es otra cosa. Y ésta nos presenta a Jean-Marc, un 'don nadie' que en sus sueños se convierte en un caballero de brillante armadura, un actor de notable éxito y un prestigioso novelista que seduce a las mujeres con extraordinaria facilidad. La realidad es muy distinta. La rutina le está aniquilando desesperadamente y para salir de ella se mueve en un mundo imaginario en el que se presenta como un ser diferente.

Con este argumento Denys Arcand vuelve a meterle el diente a la sociedad de su tiempo, a indagar con aceradas intenciones en la cotidianidad de una existencia más bien absurda y de que en ciertos ámbitos de la comodidad y del bienestar no es oro todo lo que reluce. Y todo a través de un protagonista de un patetismo realmente excitante. Todo ello obedece a los propósitos provocadores del guionista y director, que puede producir en el espectador cierta incomodidad o desafección, pero que no deja de ser gratificante desde el punto de vista cinematográfico.

En esta farsa social hay, como ya hemos comprobado contemplando otras películas de Arcand, momentos de admirable calidad en secuencias felizmente concebidas y resueltas, diálogos interesantes y reflexiones ciertamente vivificantes. Pero igualmente hay que lamentar abandonos injustificados del nervio narrativo, dispersiones que nos alejan de lo que más nos interesa en ese momento y la consiguiente pérdida de la intensidad y de la fortaleza del conjunto. Con todos sus altibajos la película interesa pasando de una primera parte donde el humor, en ocasiones incisivo y sacrásticamente corrosivo, adquiere un tono de estimulante vitalidad a posteriores momentos de mayor seriedad. A quienes nos encanta lo políticamente incorrecto es la película más oportuna que podemos encontrar. Ya es bastante.

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