Cultura

La fabulación como antídoto contra la soledad

El rey valoró ayer la "excelencia literaria" y el "deslumbrante universo imaginativo" de Ana María Matute al hacer entrega del Premio Cervantes a la escritora catalana, a quien elogió como "una de las narradoras más destacadas y brillantes de habla hispana".

En su discurso de clausura de la ceremonia, don Juan Carlos dedicó asimismo unas palabras de homenaje a Gonzalo Rojas, fallecido el pasado lunes, de quien recordó el "encendido elogio de la palabra" que el propio poeta chileno dedicó a Cervantes en ese mismo lugar hace seis años, al recibir el premio más importante de las letras en español.

Tras destacar el "inconfundible sello cervantino" que caracteriza toda la obra de Ana María Matute, el Rey rememoró la trayectoria vital de la premiada y subrayó que la tragedia de la Guerra Civil dejó "una huella imborrable en su alma infantil y juvenil", que ha quedado grabada en gran parte de su producción "moldeada desde el prisma de la niñez".

En este contexto, llamó la atención sobre el hecho de que la autora catalana considere la literatura como "una forma de extraer de uno mismo el malestar del mundo, una suerte de rebelión íntima" convertida en "un estado natural que ayuda a trascender las etapas de soledad por las que, tantas veces, transita la vida".

"Sus logros tienen el valor del talento, así como de la fortaleza y del coraje", recalcó el jefe del Estado, antes de agradecer que el genio de la escritora "haya hecho pensar, sentir y soñar a tantos lectores, de todo el mundo y de todas las edades", con una "técnica depurada y excelente, que únicamente pertenece a los mejores maestros".

El rey aludió en este sentido a las cualidades que distinguen el trabajo literario de la premiada, entre las que destacó "su fina sensibilidad, su capacidad creativa y su reconocida maestría para convertir la realidad -por dura que sea- en hermosas palabras, relatos, cuentos y novelas".

El monarca no quiso tampoco dejar de recordar la condición de académica de Ana María Matute, estrechamente relacionada con "su amor por la musicalidad del lenguaje al jugar con el ritmo de las palabras y con el de la entonación", que hacen realidad en la premiada las dos virtudes que Cervantes predicó de los cuentos: "Unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, otros en el modo de contarlos".

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