crítica cine

La estirpe de Caín

Los crímenes de niebla

Autor:Francis Vaz. Editorial: Niebla. Género: novela negra. Fecha de publicación: noviembre de 2016. Precio: 15 euros.

La novela Los Crímenes de Niebla del escritor Francis Vaz, publicada por la Editorial Niebla de Huelva, es una obra cuya lectura retumbará como un disparo en el lector, con un ritmo de tambor in crescendo hasta alcanzar la cima de su final con un vértigo casi cinematográfico. La contraportada nos revela la sinopsis refiriéndose a los asesinatos de varias jóvenes en Niebla en los primeros años de democracia. Francis Vaz escribe y escribe bien, como ya puso de manifiesto en sus obras anteriores en verso y en su anterior novela, Los Peces de Colores publicada por la misma editorial, porque tiene un sello personalísimo que permite distinguir la singularidad de su voz, y porque también en esta ocasión sirve decir lo que dijimos de aquella otra obra: que nadie espere una novela efectista llena de palabras grandilocuentes: no es ése el estilo del autor.

El discurso de Los Crímenes de Niebla discurre de una forma sostenida, con recursos plurales que llevan al imaginario del lector desde el blanco y negro de sus primeras páginas hasta el color del último capítulo. Y todo ello al hilo de esa historia de crímenes en la población de Niebla, encuadrados en un marco temporal que acaba, posiblemente con referencias simbólicas, en 1981. De ese modo se construye una trama en la que los personajes se encuentran enclaustrados en la atmósfera densa del mundo rural donde todo parecía posible según el distinto diámetro de las esferas de libertad posibles: de lo rural a lo urbano, de la posición de la mujer a hombres anclados a lo más sombrío de nuestra historia.

Pero lejos de caer en modelos de arquetipo, Francis Vaz inserta con naturalidad los caracteres presentes en muchos españoles de entonces en sus personajes, y como siempre ocurre en las obras del autor, su discurso no es neutro, ni es sólo un reflejo de lo existente en aquellos años borrosos de nuestra reciente historia.

Los Crímenes de Niebla se enmarca en el género negro, porque crímenes hay como se anuncia desde el mismo título, y en consecuencia hay un andamiaje forjado para que el lector se sumerja en el suspense de la búsqueda del autor. Un muerto a manos de otro, en una novela, como en la vida misma, siempre reclama un autor. Y en esta novela hay varios cadáveres. Lo que ocurre en este caso es que la trama fluye a la velocidad adecuada, no se construye sobre un artificio de ingeniería, por el contrario le hace partícipe de toda una época de nuestra historia en ese mundo rural antes señalado que se retrata no sólo como una postal sino que se transmite incluso al lenguaje duro, apegado a la tierra y a los instintos más primarios de los que algún personaje trata de huir.

Igual sucederá cuando se reflejan las angustias y especialmente el sentimiento de culpa que abate a algunos de los personajes, en esa época de comunidades pequeñas regidas por la opresión de los vecinos imponiendo la autocensura, una cárcel para llorar a solas; de ahí que sorprenda cómo el autor logra convertir a uno de los personajes centrales en un personaje mudo, porque demuestra un excelente dominio de la técnica narrativa que le obliga -al tiempo que convierte al lector en cómplice- a construir su mundo interior desde los retazos a la brocha gorda que ofrece la perspectiva de los demás personajes.

Y todo lo dicho sirve a la novela en cualquiera de los niveles de lectura que quiera darle el lector: desde la lectura de mera obra de suspense en busca del asesino hasta la más profunda o intensa búsqueda de las claves internas, de las teclas más sombrías de nuestro pasado a las que el autor apunta certeramente hasta disparar llamaradas de alerta sobre ellas y sobre nuestras conciencias.

La prosa de Francis Vaz nunca es complaciente y afila sus armas contra la hipocresía de un tiempo y sus instituciones, algunas de ellas todavía arraigadas en nuestros días, en este país donde Caín se ha paseado a sus anchas durante siglos dejando la piel del mapa llena de cadáveres. En cualquier caso, construye una obra que, serenamente cimentada en una trama verosímil, lleva al lector a desear conocer el final de la historia.

Y como en todas las historias, hay vencedores y vencidos, aunque desmintiendo un poema inmenso del propio autor: "no hay paz después de la batalla / sólo hay cadáveres", en esta novela, como en la anterior, el autor proporciona a muchos de sus personajes una vía de redención.

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