Crítica de música cine

El doble triunfo de Borja Otero

El Gran Teatro estaba el miércoles habitado por las musas. Borja Otero, concertista y profesor del Conservatorio de Huelva, presentó un recital pianístico de autores que vivieron en la coyuntura de los siglos XIX y XX. Interpretación de madurez y virtuosismo donde Otero se ratifica como un especialista consumado en Franz Liszt, ya ofrecido con éxito en otros conciertos.

Sueño de amor tuvo una factura impecable, de sonido corpulento y transparente, espectro dinámico que iba hábilmente del forte al pianissimo y un rubato que coronaba su musicalidad. La siguiente pieza, Bagatela sin tonalidad, plasmaba inequívocamente el espíritu exhibicionista de Liszt, sublime en los agudos de la mano derecha. Monumental su Tras una lectura de Dante, estilo del más sólido temperamento, desarrollado en un discurso donde las secciones encrespadas se culminaban en un forte granítico, contrastado con otra sección en mezzopiano y piano cual remanso; óptimo su fraseo de la melodía principal hacia la conclusión, donde admirábamos una rica paleta de afectos que se apoderaron del Teatro. Las Rapsodias húngaras eran el colofón de un intérprete que responde a las más altas cualidades pianísticas: claridad de articulación, brillo de texturas e inquebrantable ritmo, rasgos que ganaban exponencialmente en piezas vertiginosas que abanderaron el arrebato inconfundible del virtuoso. Borja Otero estuvo colosal.

Pero el regalo de la noche vino con Luis Leandro Mariani, compositor sevillano que vivió entre 1864 y 1925. El propio Borja Otero ha tenido la fortuna de conocer una obra pianística de dicho compositor, mencionada en una revista valenciana. Se trata de la Sonata en la mayor, de 1917, obra ganadora en un concurso, convocado por dicha publicación, donde rivalizaban veintisiete sonatas. Otero nos la redescubrió el miércoles en el Gran Teatro. Un Allegro inicial con arranque bullicioso cuya melodía evoca a Mozart y Mendelssohn, sus acordes son semejantes a Chopin y las batidas de la mano izquierda son las propias de un cuarteto de cuerda; precioso un motivo de cinco notas. Le sigue un Largo enternecedor con pulso balanceante que incluye deliciosos mordentes para las repeticiones con la mano izquierda; melodía clasicista y virajes cromáticos de la mejor escuela. Remata la obra un Rondó-Allegro non molto riquísimo, con acordes que aportan un colorido extraordinario y un motivo con puntillo subyacente a la textura armónica que define a las mejores vanguardias de entreguerra. Los autores españoles se confirman como sabios aglutinadores de muchos lenguajes con inspiración única. Borja nos brindó la Sonata con mucho gusto: juego de dinámicas en el primer movimiento que asombraba en la alternancia de las manos para un motivo melódico, pulcritud tímbrica en el tema principal del Largo y vigor rítmico en el desarrollo del Finale.

Un capítulo inolvidable para la cultura onubense este recital de Borja Otero, enmarcado en el Día europeo de la música. Precio asequible a todos los públicos para una de las veladas más espléndidas de los últimos años.

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