Cultura

El todo de la danza del Víctor Ullate Ballet

  • La compañía del prestigioso coreógrafo logra un nuevo lleno del Auditorio de la Universidad de Huelva

Un momento de la actuación de anoche del Víctor Ullate Ballet en el Auditorio de la Onubense.

Un momento de la actuación de anoche del Víctor Ullate Ballet en el Auditorio de la Onubense. / josué correa

Cuando se presentó hace unas semanas el Auditorio de la Universidad de Huelva ya se avanzó que la danza ganaría un espacio importante en la programación cultural. Algo se adivinaba ya al ver cómo este nuevo espacio cuenta con instalaciones únicas hasta el momento en la ciudad, como la sala de calentamiento y ensayo en la que ayer se prepararon antes de salir al escenario los componentes de la prestigiosa compañía Víctor Ullate Ballet-Comunidad de Madrid, con la que la Onubense celebró por todo lo alto el Día Internacional de la Danza.

Probablemente no había mejor manera de presentar la nueva oferta escénica que con un doble espectáculo del coreógrafo y director del que tantas veces se ha disfrutado en las mágicas noches estivales del Castillo de Niebla y del Foro de La Rábida, pero que aún no hubo oportunidad de ver en acción en la capital.

El público onubense disfruta del "contraste" de dos coreografías muy celebradas de Ullate

Como muestra, el lleno (tercero consecutivo, hay que decirlo) en el auditorio universitario, para acompañar la elevada dimensión del momento. "Es una pena que haya gente que no haya podido vernos", lamentó el miércoles el propio Víctor Ullate.

El espectáculo que se vio ayer en Huelva ofreció un "contraste", como el propio coreógrafo explicó un día antes. Por un lado, Tierra Madre, representa una tribu lapona con sus costumbres y su manera de vivir, según la coreografía planteada por Eduardo Lao, el director artístico.

"Se trata de un ballet muy terrenal, en el que los bailarines están maravillosos; es una coreografía que gusta muchísimo", avanzó Ullate (Zaragoza, 1947), que reconoció la mayor "espiritualidad" de la segunda parte, La Pastoral de Beethoven.

En realidad, esta propuesta fue una exposición pública de lo íntimo, "con una carga emocional muy grande". Fue la forma en que compartió Víctor Ullate sus sentimientos con el público, con una pieza creada "en un momento muy delicado" de su vida.

"Había muerto una persona que fue para mí muy importante en mi vida", confesaba el miércoles en unas declaraciones a la UHU, recordando su relación con Ángela del Moral. "Fue mi primer amor platónico, siempre la quise muchísimo y a causa de una enfermedad súbita nos dejó repentinamente. Fue terrible para mí, quise ofrecerle esta obra en memoria de los años que habíamos pasado juntos y del amor platónico que le había tenido, ya que era mayor que yo", explicó sobre La Pastoral de Beethoven, cuyo proceso de creación se vio sacudido por otra pérdida que marcó aún más la obra: "Cuando estaba coreografiando el final de la obra, en el cuarto movimiento, recibí la noticia de que mi maestro, Maurice Béjart, también nos dejaba, por lo que fue un doble pesar".

Del dolor de la muerte nace un canto a la vida, cuyo camino queda reflejado en una escenografía tan sencilla como llamativa, con juegos de luces que acompañan el tránsito de la niñez a la senectud y la muerte, aunque la magia de la danza, como describe la propia compañía, "hace resucitar a los protagonistas en el más allá". "Bailando, los ancianos vuelven a la vida y rejuvenecen".

Viendo el espectáculo, el público onubense fue anoche partícipe de ese estímulo, que llega directamente de la concepción que tiene el propio Víctor Ullate de la danza: "Lo es todo", afirma categórico, su "filosofía de vida". El Auditorio de la Universidad la pone ahora un poco más cerca.

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