Cultura

La copla alegre

Será por el propio ciclo de la historia, pero Manolo Escobar se va dejando una España que, por dentro, tiene mucho que ver con la desolada y sin ánimos que lo recibió en los años 50.

De alguna forma, Manolo Escobar ha sido una suerte de desfibrilador en un país con parada cardiorrespiratoria. Inyectó optimismo cuando sólo había desgana y puso alegría en un género en el que se aplaudía la lágrima. Sencillez cuando todo era difícil.

Manolo -hasta de nombre corriente- popularizó la canción española porque le quitó dramatismo. Renovó el repertorio con letras a lo cotidiano. Hizo oídos sordos a los rankings de dignidad artística para convertirse en un abanderado del folclore. Y mientras un intérprete de una generación anterior como Pepe Blanco tiraba de galantería para presumir de su Cocidito madrileño o El Príncipe Gitano presumía de giros melismáticos, él parecía cantar como lo podría hacer cualquiera.

Entendió que los tiempos no estaban para divos, sino para referentes cercanos. Por eso, cuando llegaba el tercio donde otros derrochaban cualidades vocales, él dirigía el micro al patio de butacas y permitía los coros. Demostrando, sin duda, otro tipo de bondades. Que no hace falta ser el mejor para ser único.

Así, logró que todo un pueblo se atreviera con el Porompompero, llorara a su Madrecita María del Carmen, se preguntara dónde está Mi carro o, más tarde, enarbolara el patriotismo en Viva el vino y las mujeres, Yviva España o La minifalda. Las convirtió en himnos e hizo a todos partícipes de su éxito.

Su virtud ha sido la de hacer creer a sus seguidores que es uno más. El novio, el colega, el yerno que come en casa los domingos, el cuñado que comenta el partido, el tío simpático, el abuelo que cuenta historias. El artista que desayuna cada mañana en tu cafetería y te cuenta qué tal trabajaba con Conchita Velasco.

No es que no hubiera artistas como él antes de que él llegara, es que tampoco los ha habido luego. Por eso, uno siente que sin él va a ser más complicado cantar con la misma trivialidad "¡España es la mejor!".

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