Cultura

La caja diabólica

Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualon Puerto Huelva, El Condado Cinemas 7 y Al Andalus Punta Umbría.- T.O.: 'The possession'.- Producción: Estados Unidos, 2012.- Duración: 92 minutos.- Dirección: Ole Bornedal.- Guión: Juliet Snowden y Stiles White.- Fotografía: Dan Launtsen.- Música: Anton Sanko.- Montaje: Eric L. Beason.- Intérpretes: Jeffrey Dean Morgan, Kyra Sedwick, Natsha Calis, Madison Davenport, Grant Show

El realizador danés Ole Bornedal, de quien nada sabíamos desde La sombra de la noche (1997), una nueva versión de la película que el mismo había dirigido en 1994, El vigilante nocturno, vuelve de la mano de un competente director y productor, Sam Raimi, con un tema recurrente en el cine: la posesión diabólica, de la que se nos dice que está basada en hechos reales. Aquí la variación nos lleva lejos de las tradiciones católicas de la posesión satánica para conduce irnos al dibbuk de origen judío.

En The posesión una anciana es víctima de un incendio que se ha producido en su propio hogar y del que resulta malherida. En el hospital a duras penas se logra entender que achaca el accidente a "la caja". Una vez repuesta organiza en el jardín de su casa un mercadillo. Allí la adquieren Emily y su padre. Desde ese momento en su vivienda se presentan diversos sucesos tan extraños como terribles. El hogar se ve invadido de bichos, la niña va perdiendo su aspecto natural, las ratas atacan a uno de sus profesores… Sospechando que la caja es la responsable de todos los males, consultan con un rabino que les asegura que el recipiente contiene un espíritu demoníaco, al que deberán devolver a su procedencia por medio de un exorcismo.

Esta variedad en clave judía no mejora la entidad previsible del relato en el que pronto advierte el espectador que el director no anda muy sobrado de recursos para ofrecernos interesantes novedades sobre el tema, pendiente sólo de la variante del exorcismo, en este caso dentro del rito hebraico, que se adorna de exclamaciones, gritos, gestos y expresiones gesticulantes y exageradas. No entiendo porqué razón hace uso de planos tomados desde el aire y otras planificaciones inusitadas producto de una cámara lenta a ras del suelo.

En esa sucesión de escenas previsibles y, escasamente, alguna sorprendente, tanto la fotografía como la música resultan deplorables y el montaje tampoco ha mejorado el resultado final sino todo lo contrario.

Es frecuente advertir en tan incierto relato reiterados golpes de efecto y otros de inducción teatral, que no hacen más que aventurar un desenlace llamativo pero, como el resto de la historia, perfectamente predecible. En el conjunto tampoco la interpretación favorece la valoración de la película ya que Jeffrey Dean Morgan, Kyra Sedwick y el resto de intérpretes de cabecera, hacen lo indecible por mantener sus personajes sin conseguirlo.

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