cRITICA DE flamenco

Una buena velada en la Peña

Dos artistas de la casa, Juan Fernando González y Martín Fayos, cerraron el último mes flamenco de la Peña de Huelva, como antes había ocurrido con Mario Garrido, Ángel Romero y Elena Bellido, que actuaron solos ante su público. En definitiva, una noche peñera, de las que se espera mucho por lo bien que conocemos a ambos, Juan Fernando, miembro del cuadro grande y reconocido cantaor, al igual que el joven puntaumbrieño Martín Fayos Limón, que aprendió en nuestra peña de la mano de Antonio Dovao, y hace dos años llegó a Jerez de la Frontera a disputar la final de guitarra del I Circuito flamenco menores de 25 años, quedando semifinalista, al ganar un tocaor de Puerto de Santa María.

Estéfano Molín hizo la presentación de ambos, a los que elegido por sus dotes artísticas, sin apasionamiento, ya que es compañero de Juan Fernando del cuadro de cante de la peña, y de Martín, al que considera una promesa muy importante, dada su juventud y buenas dotes para el toque. Se conocen ambos artistas y se espera una noche peñera agradable y familiar, por lo que no quiere entrar en más frivolidades en la presentación.

Muchos compañeros de ambos se dieron cita para arroparlos, así vimos a Elena Bellido, Ángel Romero, Mario Garrido, Enrique Allepuz, Antonio Dovao, los padres de Martín, y los tradicionales asistentes, como Santiago Domingo, Jaime Engelmo, Manolo Carbajosa, Juan Bautista Mojarro, Juan Castro, Enrique Romero, Juan Vega con varios colegas médicos, Eduardo, Antonio José Ladrero, y otros compañeros de profesión, Pepe Jiménez, Tomás Rodríguez, Bernardo Romero, Manuel Bellido, Paco Compañy, Pepe Garcés, Manolo Bravo, Pedro Salas, Alfonso Sibajas, Eduardo H. Garrocho, José Luis Martinez Bello, y otros más, hasta cubrir medio salón. Empezando el la actuación, hizo acto de presencia el cantaor Arcángel acompañado de varios compañeros de profesión con sus respectivas mujeres. Empezó con malagueñas, primero de Enrique el Mellizo y luego de la Trini, para rematar por javera, muy bien interpretadas y bien acompañado por el joven Niño Martín, nombre artístico con el que se le conoce en muchos sitios. El segundo palo fue para la solea, la de Paquirri El Guanted, la soleá del Mellizo, la de Aurelio Selles, la de Alcalá con remate de Curro Frijones para acabar este precioso palo por solea al golpe alusivas al Niño Miguel. Buen repertorio de soleares tenía preparado Juan Fernando que le salieron con precisión y entusiasmo, y así lo vio el público, que llenaba medio salón de la peña, con una sonora ovaciona. Con cantes de Levante, terminaría la primera parte, mineras, taranta y cartagenera.

Tras un breve descanso de un cuarto de hora, vuelve Estefano a anunciar a los artistas que están dando de sí todo lo que saben y que es un lujo tenerlos en nuestra casa como algo propio, como patrimonio de la peña que son.

Por cantes de Cádiz empezaron alegrías, con varios palos, la cantiña del Pinini, la romera, el mirabrás y el cante de la Mirri. Seguiría por fiestas, tientos-tangos de Antonio Frijones y Jacinto Almadén, los primeros y tangos extremeños de la mítica Pastora Pavón, La Niña de la Puebla. Gustaron mucho estos cantes alegres al aficionado, ovacionándole a cada paso que hacían.

A cantes serios se desvían, cantando la seguiriya de Manuel Molina con cambios de cabales del Negro del Puerto. Aquí, en este palo, donde ambos estuvieron magistrales, se interrumpe por unos segundos el inicio de una seguiriya, para darle un fuerte aplauso al joven guitarrista Martín Fayos, que estaba bordándola. Termina Juan Fernando con fandangos, de Huelva y los que él sabe hacer como nadie, los de su admirado profesor y amigo Paco Toronjo. Solo, en el centro del escenario y sin micrófono, con esa voz tan peculiar tan melodiosa que tiene termino los fandangos de Toronjo. El público puesto en pie le vitoreó y aplaudió durante un buen rato. Mas, aun no había terminado la noche, pues Juan Fernando pidió que se sumasen al espectáculo los compañeros que veía en la sala, y así lo hicieron Mario Garrido, Ángel Romero, Elena Bellido Estefano Molín y Antonio Dovao para acabar por fiesta. Todos lo hicieron encantados, y cada uno por coplas o bulerías de Jerez irían turnándose, haciendo las delicias de los buenos aficionados que se habían dado cita para ver a dos de su casa. Y de esta manera termina una noche peñera donde las haya, que con gentes de dentro han cubierto un extraordinario espectáculo, no teniéndole que envidiar nada a ninguno de los de fuera.

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