Fila siete

Con la boca cerrada

T.O.: 'Todo es silencio'.- Producción: España, 2012.- Duración: 116 minutos.- Dirección: José Luis Cuerda.- Guión: Manuel Rivas basado en su propia novela.- Fotografía: Hans Burmann.- Música: Sergio Moure de Oteyza.- Montaje: Nacho Ruiz Capillas.- Intérpretes: Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego, Carolina Cao, Chete Lera, Iria Penha, Axel Fernández, Laura Ponte, Sergio González

El director José Luis Cuerda solicitó del escritor Manuel Rivas la adaptación de su novela para esta película. Como se recordará, uno de los grandes éxitos de Cuerda fue la translación al cine de otra interesante novela de Rivas, La lengua de las mariposas (1998). El tema está ambientado en Galicia, tierra del autor, en los años sesenta y ochenta, época de la mayor incidencia del narcotráfico o los alijos del contrabando de tabaco en esta región. No es la primera vez que este problema se lleva al cine y su vigencia lo sigue manteniendo en la máxima actualidad.

Dos amigos se reencuentran después de veinte años sin verse. Uno de ellos, Fins, es policía y regresa a su pueblo natal, Noitia, una población costera, para comprobar cómo siguen las viejas redes del contrabando gallegas, reconvertidas para la distribución de la droga. Coincide con su mejor amigo, Brinco, que se ha convertido en la mano derecha del jefe, Mariscal, el gran capo del contrabando, un auténtico cacique, amante de su madre. Descubre además que la que fuera su primer amor, Leda, está ahora con Brinco, de quien ha tenido un hijo. Un poder mafioso, arraigado en la zona, impone el silencio y mantiene a todos con la boca callada, por temor al poderoso.

José Luis Cuerda, que tiene una estimable trayectoria cinematográfica y que es muy exigente y radical en sus exigencias políticas, tropieza aquí con un tema al que podía haber sacado mayor rendimiento cinematográfico, porque el asunto ofrece muy buenas perspectivas. Sólo algunos destellos fugaces se atisban a lo largo de un relato que falla desde el propio guión y se acrecienta en una realización que, partiendo de diversas perspectivas de la historia, malogra todas sus posibilidades. Con el manido tema de la amistad infantil, se pierde demasiado tiempo. Hay secuencias que sobran a todas luces y contribuyen a que el espectador vea reducido su interés.

La fría acogida que Todo es silencio tuvo en la sesión inaugural de la última edición del Festival de Valladolid nos anticipaba lo que ahora podemos confirmar, que esta historia entre la amistad, la corrupción y el contrabando, expone una fría visión sobre cuestiones del mayor relieve argumental. No se advierte, salvo en muy raras ocasiones, la dimensión dramática que puede esperarse de las situaciones que se plantean, ni los personajes están a la altura de la circunstancias. Ni la buena voluntad de los protagonistas -Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro y Juan Diego, estereotipado en un personaje tópico y previsible- consigue mejorar este decepcionante trabajo cinematográfico.

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