Tercera jornada

El artista irrepetible

  • El ilustrador José Ramón Sánchez hace repaso de su trayectoria en una amena charla en el Salón Rojo

  • 'Sus niños' cuarentones hacen cola para tener una dedicatoria de 'Moby Dick'

A José Ramón Sánchez le chocaba ayer ante el público eso de que tuviera que dar una charla sobre su faceta de emprendedor. "Fueron más Botín o Polanco, que de un pequeño banco y de una librería montaron dos imperios", dijo como ejemplo sobre dos paisanos cántabros. "Mi madre me dijo que iba a ser artista pero que no me haría rico. Y he ganado lo suficiente para vivir, pero no para hacerme rico". Lo suyo, confiesa de vuelta de todo, con 81 años, era "trabajar, hacer las cosas que me gustaban, ir a mi aire; el dinero, la fama, el bienestar, la aceptación nunca me han importado y para mí siempre fueron secundarios".

El ilustrador santanderino hizo ayer un repaso a sus trayectorias vital y artística, que son realmente la misma, en un encuentro con el público en la Casa Colón. Poco antes ya se pudo comprobar que guarda tirón cuando un pequeño grupo aguardaba en el Patio de las Bolas a que se pusiera tras la mesa para dedicarles sus libros. "Son mis niños, que ahora tienen de 40 a 50 años".

Se refiere así a toda una generación que creció y aprendió con sus espacios en los programas infantiles de televisión, con sus dibujos en los libros de texto, con esa pasión que todavía transmite por las cosas y que en tantos sembró entonces el amor por la cultura. "Una mujer me ha dicho que aprendió a leer con el Senda 3, y que ha enseñado también a sus hijos con él antes de que fueran al colegio", contaba asombrado.

Dice de sí mismo que es "una antigüedad", anacrónica por aquellos programas infantiles de televisión que no despiertan ahora ni el interés de sus propios nietos. Pero sí reconoce que no deja de recoger el cariño de todos los que han crecido viéndole en la tele y apasionándose por el mundo a través de sus ilustraciones y las historias que contaba sin parar mientras las dibujaba ante la cámara.

A Santander volvió después de tantos años en Madrid y allí recibe también el cariño a diario, de todos los que le admiran y le ven cada día en zapatillas, de paseo, siguiendo su rutina diaria, saludando a todos con la alegría, dice, de un señor de 81 años.

Y así se mostró ayer en Huelva, accesible, amable y paciente, dejando confesiones como la de esa empresa publicitaria que le propuso Alfonso Guerra para diseñar las campañas electorales del Partido Socialista en todo el mundo, o la de esa otra empresa para ilustrar todos los libros de la editorial Santillana. Él declinó esas vías que quizá le hubiesen llevado a la fortuna y al título de emprendedor imperial. Pero al propio Jesús de Polanco le reprochó, en el chalé de Santillana del Mar al que le invitó a él y otros dibujantes, que los derechos de autor que no pagaba a sus ilustradores contribuyeran a engrandecer Prisa, de cuya fortuna hacía ahora ostentación. "Me hicieron la cruz y desde entonces no volví a trabajar con ellos".

No le preocupó realmente. Fue después de aquello cuando publicó con otra editorial, Anaya, una de sus obras maestras, su versión ilustrada de El Quijote, y cuando siguió su camino sin más necesidad que mantener su integridad y seguir creando joyas como el Moby Dick que ahora trae aquí.

Antes, en los años 60, había hecho una campaña electoral en Venezuela para el candidato presidencial Gonzalo Barrios. Fue la primera. Después vinieron las socialistas, de cuyo triunfo fue responsable en un 19,8%, dijo citando un estudio de Alfonso Guerra que cuantificaba así la imagen. Tierno Galván le quitó la idea de aceptar las propuestas desde su partido para continuar: "Esa campaña fue un hito y no se puede repetir", le dijo. Como el propio José Ramón Sánchez: irrepetible.

encuentro de ippolito.Antes de que llegara José Ramón Sánchez al Salón Rojo, Abel Ippolito congregó a un nutrido grupo de lectores para hablar de Miguel Hernández y esa biografía ilustrada que firman Ramón Pereira y Ramón Boldú: La voz que no cesa. Ippolito presentará hoy Kiwi y El sueño de Dalí, con Carlos Hernández.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios