Cultura

Tiemblan los superhéroes

  • Coleccionistas, dibujantes y tiendas de cómic de Andalucía temen que Disney 'endulcen' el universo Marvel tras haber pagado 4.000 millones de dólares por los superpoderes de Spiderman y compañía

"Lo que faltaba. Hulk metido en la cama con Hannah Montana". En las tiendas de cómics la noticia cayó como un mazazo. La meliflua Disney se hace con la testosterónica Marvel. ¿Qué queda por ver? "No hace mucha gracia entre los aficionados", admite Juan desde la tienda Nostromo, una cadena que demuestra que el cómic está muy vivo y que sus productos soportan con más dignidad que otros más convencionales el empuje de una oferta de ocio ilegalmente gratuita. Los aficionados no se descargan cómics, los compran.

Y a la cabeza de ese universo editorial se encuentra el universo Marvel, toda una filosofía que nació de la mano de Stan Lee y Steve Ditko. Entre los dos parieron un hombre araña. Antes estuvo el Capitán América, pero luego vino todo lo demás. Francisco, que regenta Leviatán, en Cádiz, se sorprende de cómo Marvel ha sabido refundarse para encastillarse ante la invasión manga, que llegó de Japón con parecidas armas pero mutadas en lo superlativo. "Los Marvel no han desaparecido nunca de la estantería. Es posible que la franja de edad de los aficionados a los superhéroes americanos de Marvel o DC (los creadores de Batman y antagonistas de Marvel del mismo modo que en su día eran los Rolling de los Beatles) haya crecido. Sus principales demandantes están en una horquilla de edad entre los 30 y los 40, pero tengo clientes que hace tiempo que cumplieron los 70 y son coleccionistas compulsivos. Compran todo lo que saca Marvel. Al mismo tiempo, hay chavales que vienen a Marvel atraídos por los personajes que han visto en el cine. Marvel ha sabido sobrevivir".

En Nostromo coinciden con el perfil del consumidor de superhéroes. "Marvel se ha hecho un hueco juvenil con sus películas, pero el marvelita responde más a un perfil maduro. Que yo recuerde, tengo a un policía local, a un profesor de instituto, a un empleado de Mercadona, a algún abogado.... devoran Marvel". Y esos seguidores son los que tiemblan. Todos tienen un chiste al respecto. "Figúrate a Lobezno haciendo un cameo en un dibujo de la casa de Mickey Mouse".

Lorenzo Vázquez tiene una de las grandes colecciones de cómics de Andalucía, pero confiesa cierto hartazgo de Marvel. Su colección Marvel supera los 2.000 ejemplares, una "colección media", confiesa. No ve la operación con malos ojos porque Disney "cuida sus productos y tiene altura moral. Marvel, ahora, tiene cómics absurda y exageradamente violentos y otros tremendamente sosos, aunque es difícil resumir ante un catálogo de 5.000 personajes. Tiene los mejores dibujantes, pero también tiene mucha mediocridad. No necesito todo Marvel, aunque ellos se las ingenian mezclando los arcos argumentales". Lorenzo se ha sorprendido a sí mismo volviendo los ojos al cómic patrio: "He redescubierto al Capitán Trueno y Jabato".

Jesús Jiménez, profesor de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Sevilla, realizó su tesis de doctorado sobre el comic. Es uno de los grandes expertos en la materia. Reflexiona sobre la operación, sobre esos 4.000 millones de dólares que otorgan a Disney una posición insultantemente mastodóntica sobre la industria del ocio. "Será curioso ver qué va a hacer Disney, siempre tan escrupulosa, con algunos de los contenidos más extremos de Marvel, que, por otro lado, son muy rentables. Es muy distinto a cuando se hizo con Pixar, que era una compañía cuya filosofía no estaba muy alejada de la suya. Aun así, ha endulzado a Pixar. El contenido de Marvel es más de acción y violencia".

Hubo un tiempo en que la industria del cómic americano, allá por los 50, contaba con un código parecido al código Hays del cine. Ahora esto no existe y el gran Dios es, exclusivamente, la cuenta de resultados. Lo sabe muy bien Marvel, que estuvo a punto de arruinarse hace quince años y que descubrió el filón del cine como gran salida. En eso se ha fijado Disney, que engulló a Pixar porque era su gran enemigo y ahora ha engullido Marvel por ser un empaquetado paralelo.

Carlos Pacheco (San Roque, 1962) abrió la gran industria del cómic americano a los españoles. Ha trabajado para Marvel, para DC y ahora ha vuelto a Marvel con un contrato millonario. Su lápiz se ha movido con personajes de uno y otro lado. Y con los grandes personajes. Es uno de los nombres más cotizados de esta industria y, aún así, asume con humildad de asalariado, de gran asalariado, lo sucedido. Quita romanticismo. "Yo empecé a trabajar con Marvel cuando la cadena pertenecía a un grupo que también tenía Revlon. Tú me dirás el parecido". Los directivos de Marvel, que no son los de los principios, que es un consejo de administración que gestiona una firma que cotiza en bolsa y tiene accionistas que han visto cómo sus títulos se elevaban a 48,89 dólares después de la noticia bomba de Disney, enviaron a sus creadores un correo electrónico asegurándoles que el trato no afectaba a su trabajo. Nada extraño. "Cuando estás en el mercado norteamericano trabajas con franquicias más que con personajes -afirma Pacheco-. Desde una perspectiva europea podríamos decir que existe censura. Si un creador decide cargarse a Lobezno nadie te dirá que es una genialidad, porque no es una genialidad. Es una estupidez. Si tus ideas dañan la franquicia, te vas olvidando. Formas parte de lo que formas parte e incluso así los creadores metemos más goles a la editorial que a la inversa porque cuando el trabajo ya está hecho no hay tiempo de dar marcha atrás. No creo que eso cambie mucho con Disney".

Alberto Belmonte, otro creador andaluz que empezó con los superhéroes y que ahora se dedica a trabajar con la animación 3-D y las ilustraciones de juegos de rol, sabe que son las cosas así, pero no puede evitar un escalofrío cuando piensa que los héroes de su infancia han caído en manos de quienes inventaron a Mickey Mouse. "Leo Marvel desde que nací. Leo Marvel antes de saber leer. Se los quitaba a mis hermanos mayores". Y eso que él no participó en la guerra Batman-Spiderman. "Aquí, en Europa, las cosas eran distintas. Los americanos se decantaban por uno o por otro, por DC o Marvel, porque no tenían otra cosa. Aquí teníamos Cimoc y 1984, que eran radicalmente opuestos al cómic de superhéroes. Luego llegó el manga y Akira. Yo no seguía a uno o a otro superhéroe. Yo seguía a Frank Miller, que era el que me gustaba. Europa, como siempre, seguía a su autor". Pero no se fía de Disney: "Ya veremos qué es lo que hacen".

Jesús Jiménez ha seguido la evolución y aunque asiste a estos grandes movimientos empresariales con curiosidad, también ha visto cómo algunos de los grandes dibujantes de Marvel han sido jubilados a los 50 años en plena madurez creativa y han sido sustituidos por gente más joven controlada por los guionistas, que son los jefes del cotarro. "Huyen del nostálgico del TBO de grapa que acude a las tiendas especializadas y quieren hacerse con las grandes superficies, con productos que se asemejan al superhéroe de la pantalla, no al original. Es normal. Disney sabe qué ha comprado y qué ha pagado. La operación es redonda, pero el superhéroe de antes... ese superhéroe ya se había transformado". Transformado, envejecido. Ley de vida. Hasta Mickey Mouse es un anciano. Spiderman, no. Y los cómics tampoco. Eterna juventud. Quizá vendieron su alma al diablo.

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