Cultura

Sociedad convencional

Multicines La Dehesa Islantilla.- T.O.: 'Carnage'.- Producción: Francia, Alemania, Polonia y España, 2011.- Duración: 79 minutos.- Dirección: Roman Polanski.- Guión: Roman Polanski y Yasmina Reza basado en la obra teatral de Yasmina Reza.- Fotografía: Pawel Edelman.- Música: Alexandre Desplat.- Montaje: Hevé de Luze.- Intérpretes: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz, John C. Reilly, Elvis Polanski, Eliot Berger

Esta película se estrenó en España el 18 de noviembre pasado. Una película dirigida por Roman Polanski es siempre un producto cinematográfico apetecido. Es lógico que entre los aficionados al cine de Huelva sintieran una gran expectación ante su estreno. Pero la película no llegó con la consiguiente decepción. A más de mes y medio de su presencia en las pantallas españolas es posible verla aquí, aunque muchos interesados en ello habrán de desplazarse a Islantilla. Habrá quien de por bueno el desplazamiento.

Adaptada por el director Roman Polanski y la propia autora de la obra teatral homónima Carnage -ese es el título original de la película-, de Yasmina Reza, de extraordinario éxito internacional, nos cuenta como dos niños de unos once años pelean violentamente en un parque. El resultado es de golpes contundentes, contusiones y dientes rotos. Los padres del chico más afectado por las agresiones invitan a su casa a los del que golpeó con mayor agresividad a su adversario. El encuentro en principio es cordial hasta el punto de intercambiarse frases amables, divertidas, incluso bromas. Pero a medida que sigue la charla el tono es más desagradable y cada una de las parejas descubre su verdadero talante, sus absurdas contradicciones y sus impresentables prejuicios sociales.

Los que conocen bien la filmografía de Roman Polanski saben bien de su preferencia por desarrollar la acción de sus películas en espacios cerrados. Podría citar la mayoría de sus realizaciones desde el pequeño barco de Cuchillo en el agua (1962) hasta El quimérico inquilino (1976) y numerosas secuencias de El escritor (2010), lo que podríamos considerarlo todo un virtuoso de la claustrofobia cinematográfica que se sublimaba en Repulsión (1965) o La semilla del diablo (1968). En Un dios salvaje, por su origen teatral y su transcurso en un mismo escenario, no menoscaba la versatilidad del realizador para servirse de cuantas cualidades cinematográficas pueden diversificar los espacios, las perspectivas, los encuadres, la matización de la luz que marca el tiempo y la variedad de los planos más oportunos, espontáneos o significativos.

En este marco limitado los personajes descubren sus verdaderas personalidades y revelan actitudes que van desde la violencia a la comicidad, de lo patético a lo miserable, como una denuncia fehaciente de esa ridícula falacia de lo políticamente correcto, lo que más atrajo al director según confesión propia. Bien es verdad que los logros de la película, que, quizás requiera de un análisis más amplio, no serían posibles sin la magnífica actuación de los intérpretes: John C. Reilly, Christophe Waltz, Jodie Foster y Kate Winslet. En suma el convencional comportamiento de gran parte de nuestra sociedad.

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