Nació en la alejada localidad de Salvatierra (Álava), pero hace 17 años se lió la manta a la cabeza y llegó al otro extremo del país de la mano de una reestructuración de puestos en su empresa, Renfe. Desde entonces Pedro Escalante ha residido en Huelva con su familia, que también llegó con él desde el Norte, y asegura no haberse arrepentido en absoluto de haber escogido esta ciudad para asentarse con los suyos a pesar de estar tan lejos del resto de sus familiares.

Tanto es así que sabe que no podrá seguir ascendiendo en la empresa, ahora Renfe Operadora, puesto que no quiere mudarse de ciudad. Actualmente es supervisor de los interventores en ruta, los más conocidos como revisores de los trenes, y reparte su tiempo entre su trabajo y sus labores sindicales como delegado de personal y como secretario provincial de Comunicación y Transportes en Comisiones Obreras.

El trabajo sindical le viene de familia. Su padre fue delegado de Comisiones Obreras en Renfe y ya era miembro del sindicato en la clandestinidad. Pedro tuvo su primer contacto no familiar con el sindicato con 18 años, cuando "me despidieron de una empresa alegando que había faltado al trabajo, cuando de palabra me habían concedido unas vacaciones". Se acercó al sindicato, ganó el juicio y desde 1983 formó parte de Comisiones Obreras cuando ya trabajaba en Renfe. Según explica "me impliqué desde la base, por las secciones sindicales, como delegado de personal y en el comité de empresa", hasta llegar a la secretaría provincial que ocupa desde hace años.

Al no estar liberado le queda muy poco tiempo para sí mismo y para su familia, algo que quizás le pese para pensar que "me planteo dar el paso de desligarme de alguna responsabilidad sindical. Si dentro de un tiempo hay algún compañero que quiera hacerse cargo de la secretaría yo estaría encantado de dejar pasar a la savia nueva". Mientras tanto, seguirá sacando tiempo de donde no lo hay para su mujer y sus dos hijos.