Cultura

Sangre y sueño

Juan José Saer. Rayo verde. Barcelona, 2012. 177 páginas. 16 euros

Saer, de evidente linaje borgiano, acude aquí a un mecanismo predilecto del rioplatense: la novela policial, la indagación, metafísica diríamos, del crimen. Otro factor lo relaciona con la literatura de Borges; la oralidad, la atávica necesidad del relato. Esta es, en última instancia, la nervadura que sustenta La pesquisa, por encima o por debajo de la convención policíaca. No la intención de evidenciar lo oculto, sino aquélla otra, de carácter previo, que da cuerpo y verosimilitud al misterio. Se trata, en suma, de la posibilidad misma de narrar, de su estructura íntima, de la superposición de relatos que solemos llamar, quizá con demasiado optimismo, "lo real".

En La pesquisa se cruzan, cuando menos, tres narraciones, articuladas en diferente grado. La primera es un relato policial, narrado por un emigrante argentino. La segunda, el encuentro de este hombre con su vieja ciudad, bajo las luces del verano austral. En un tercer nivel, hay que añadir los diversos modos con que se otorga un sentido unívoco, un orden previsible, a lo cotidiano. El más obvio es el discurso psicoanalítico con el que se quieren elucidar los crímenes aquí relatados. El más difuso, la forma en que los personajes establecen una relación provisoria, meramente individual, para sus impresiones y recuerdos. El más fantasmagórico, el rigor vicario de los sueños. De fondo está un concepto radical del misterio. Pero un misterio, no de naturaleza policial -vale decir, resoluble-; sino aquél que emana de las fuerzas que agitan y ensombrecen el mundo: la locura, la muerte, la huella calcinada del ausente. Saer, a diferencia de Borges, practicó una escritura digresiva, laberíntica, especulativa. En consonancia con él, su lírica es una lírica de lo infausto. La pesquisa, en cualquier caso, es una pesquisa abisal sobre la narración y sus formas; también sobre el hombre que la origina, que la reclama o la soporta.

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