donde habita el arte

Poemas en el cuarto de baño

  • La Taberna del Libro. Una casa moguereña acoge una librería sin perder su fisonomía para darle un toque muy particular a la oferta literaria, a escasos metros de donde creció el Nobel

Libros, vinos y demás es el lema con el que abrió sus puertas hace 8 años. Toda una declaración de intenciones de una librería nada al uso desde el mismo punto de partida. Aunque lo más peculiar de la propuesta viene del propio espacio, localizado en una casa de Moguer que no perdió su tipología en su reconversión como negocio. Todo es casa y todo, en este caso, son libros. También el cuarto de baño principal, espacio íntimo que ha quedado dispuesto para la desnudez del alma que deja la poesía.

Todo es especial en La Taberna del Libro. Ya marca, también de entrada, el solo hecho de localizarse en el pueblo natal del gran poeta de la lengua española. En la misma calle Juan Ramón Jiménez, para más señas. A muy pocos metros de la Casa-Museo del Nobel moguereño.

La propia historia de su concepción le da también carácter, aunque no sea ajena a la usual, estos años, reinvención de los negocios del ámbito cultural por la recesión. En este caso, todo surge de la personal transformación sufrida por el propietario, José Manuel Alfaro, obligado a aparcar la consultora ambiental cuya oficina instaló en una habitación de esta misma casa, de un familiar. Y este ingeniero técnico forestal recurrió a su afición a la escritura para encontrar un nuevo futuro rodeado de libros, en un proceso que le llevó a expandirse también por toda la vivienda.

No fueron fáciles esos comienzos a finales de 2010. La idea entonces es la misma que ha permanece prácticamente íntegra en la actualidad: una librería en las estancias de una casa, con un apartado dedicado a la cultura del vino y de los productos de la tierra, como el aceite y otras delicatessen provinciales.

Entonces los libros se desparramaban por todos lados, como por obra de ese trajeado hombre con cabeza equina que vomita letras en su logo. Trataban de ocupar un espacio que no alcanzaban a llenar en los comienzos, cuando era más proyecto y aspiración que realidad. El deseo era llegar a la actual, alegre y dichosa, que se materializa en estanterías que trascienden los rincones naturales del hogar.

Puede que haya ejemplares que se mantengan en los estantes desde aquel lejano 2010, pero la oferta no ha dejado de crecer también en interés y singularidad. Presume de tener una atractiva colección de poemarios entre el retrete, el lavabo y la bañera. No hay pudor, como nunca hay en los versos, para propiciar esa conciliación de lo delicado y lo mundano. Porque la lectura en el baño, lectura es, también para los desgarros del alma. Aunque aquí las cadenas impiden que se acomoden los visitantes en el trono lector.

Para eso está el salón. De otro tiempo pero acogedor. Con mobiliario caduco que invita a la abstracción entre anaqueles, o a la animada charla con el librero, a la inmersión en la infinidad de mundos que se reparten junto a la chimenea, al ritmo del péndulo del reloj. Con esa vieja tele que nunca se enciende pero no sobra porque traslada a esos momentos de lecturas reveladoras en un rincón del pasado familiar.

Todas las estancias se abren al público sin puertas. Dice Alfaro que no entiende de censuras, como no entiende de restricciones en la escritura o en la oferta de las librerías. Recibe en el vestíbulo con las novedades, los títulos destacados y más buscados. Los más vendidos. Y reserva un rincón especial para el paisano Juan Ramón y la extraordinaria Zenobia, con ediciones valiosas que no encontrarán turistas y visitantes a la venta en la propia casa de su Fundación. Una oportunidad para abrirse al andaluz universal, acompañado en la estancia por nuevos autores locales que tratan de reverdecer el alegre pasado de las letras onubenses.

Otra cosa es el camino previo. Porque para llegar al Nobel antes hay que descubrir la lectura y motivarse. Y por eso esta taberna permite la entrada a niños y reserva una habitación repleta de tesoros por descubrir: libros ilustrados, cuentos y narrativa de todo tipo están al alcance de los pequeños, con la singular, también, recomendación del librero, apasionado lector para sus hijos, que coloca expresivas caras en el exterior para reflejar sus preferencias.

No faltan los libros de naturaleza, por influencia del ingeniero forestal. Como se intuye en esa presencia de la madre tierra en los frutos de las vides que enraizan en el Condado y de los olivos que destilan oro puro en el campo onubense. Vino y aceite son el complemento perfecto para los libros de papel, pasta del árbol, fuente del alimento para la sabiduría. Juntos, puro soplo de energía para vivir y provocar los sentidos palpando, oliendo y degustando.

Quizá en un futuro próximo la cocina de la casa sirva libros por platos, ya sin espacio para reuniones y presentaciones, pero con la seguridad de que no hay otro lugar ahí fuera donde podamos leer como en casa.

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