Cultura

Muertos de risa

Dos películas que se han estrenado en los primeros días del mes, y que no sé si seguirán en cartel cuando se publique esto que escribo ahora, nos dan idea por donde caminan los criterios comerciales de la exhibición cinematográfica en nuestro país, sobre todo en época veraniega, ocasión para presentar los saldos habituales a modo de rebajas como las que en el aspecto textil y de la moda disfrutamos ahora. Me refiero a Lol, que responde a las siglas muy empleadas en la jerga internauta y corresponden a la expresión Laughing our loud. Puede traducirse como "muerto de risa", según explicaba en mi crítica publicada en su día, y a Supercañeras: El internado puede ser una fiesta, título adjudicado en España a una producción inglesa que originalmente se llama St. Trinians, nombre del colegio en el que discurre mayormente la historia.

Ambas tienen en común que son antiguas en el tiempo, año 2008, y que han sido éxitos populares y taquilleros en sus respectivos países: Francia y Reino Unido respectivamente. De no haber sido así difícilmente las habríamos visto en España -lo cual no nos hacía ninguna falta- ya que habitualmente producciones de estas nacionalidades no son frecuentes en la cartelera local. Por supuesto si son de contrastada calidad mucho menos como podemos comprobar a menudo sobre todo en nuestra ciudad.

Pero vayamos por partes Lol es una comedia que ha arrasado en el país vecino con más de cuatro millones de espectadores y que en clave de comedia juvenil reflexiona a su manera sobre la juventud actual y las relaciones entre madres e hijos de nuestro tiempo. Quinceañeros sufrientes y padres sufridos, como se ha escrito. No niego que tenga elementos suficientes para llamar la atención del público, especialmente del más joven, pero dudo que se acerque en lo más mínimo al predicamento conseguido en Francia. Para algunos, a quien tanto indigesta el tono intelectual y para ciertas opiniones que tildan de pedante al cine galo, no cabe duda de que Lol rebaja bastante el tono y les resultará más accesible.

La directora de la película, Lisa Azuelos, no se limita a retratar a los adolescentes, chicos y chicas atractivos, acomodados y muy "cool" o tal vez "pijos", que pudieran parecer a algunos. Aprovecha para retratar de manera desenfadada el conflicto generacional, sobre todo en esa edad difícil del tránsito entre la adolescencia y la juventud, el despertar de los sentidos y el ámbito de las relaciones sentimentales, donde no falta el problema de la autoafirmación, la rebeldía, el sexo, los dilemas emocionales, las drogas y otros excesos. La película, sin embargo, destaca por su ágil narración y establece una cierta diferencia y entidad entre lo que presentan comedias norteamericanas como American pie (1999) o las españolas más recientes Mentiras y gordas (2009)y Fuga de cerebros (2009), dos éxitos taquilleros.

Lo de Supercañeras: El internado puede ser una fiesta, con ese título hiperbólico y exagerado intencionadamente, es otra cosa. Tiene el precedente de cinco títulos por delante de los que aquí, tal vez, afortunadamente, nada sabíamos. Aparentemente tiene un atractivo inicial en el reparto con Colin Firth, Toby Jones y Rupert Everett al frente del desconocido elenco restante. Pero pronto se advierte que uno está ante la habitual comedia disparatada, con muy poca gracia y cierto aire "demodé", pese a su supuesta modernidad. Está más cerca de la comedia americana más burda que la de los estudios Ealing que se hacía en tiempos en Gran Bretaña. No sé si la gracia se pierde en el doblaje o es que la realización de los directores Oliver Parker y Barnaby Thompson no da para más. Tiene treinta minutos iniciales realmente insoportables y al final se anima con algún "gag" aceptable, incluyendo un concurso que se resuelve con un humor bastante desangelado.

A la falta de originalidad del asunto, un colegio que tiene que cerrarse por ruina económica, que han de salvar las ocurrentes y díscolas alumnas, está demasiado manoseado y si, además, la pretendida trama divertida tiene pocos motivos para que el espectador lo celebre con risas, es un empeño demasiado baladí sólo admisible en estos saldos veraniegos que también llegan a nuestros cines. El único motivo de traer estas películas a esta página sirve como ejemplo de cómo está la cartelera y cual es la cuantía de los productos que se ofertan en una franca atonía de títulos de mayor valía. Así que "muertos de risa" pero menos.

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