Cultura

Muere Jóhann Jóhannsson, gran renovador de la música de cine

El islandés Jóhann Jóhannsson.

El islandés Jóhann Jóhannsson. / H. I.

La muerte absolutamente inesperada (tenía 48 años) de Jóhann Jóhannsson nos pillaba de sorpresa escuchando uno de sus últimos trabajos para el cine, la banda sonora de The Mercy, después de una temporada extraña en la que tanto Darren Aronofsky como Denis Villeneuve decidieron prescindir in extremis de su trabajo musical para Mother! y Blade Runner 2049 respectivamente.

El compositor islandés nos deja en el cenit creativo de su carrera, después de dos nominaciones al Oscar (por sus bandas sonoras para La teoría del todo, Sicario), un Globo de Oro (conseguido por la primera), el fichaje estelar por Deutsche Grammophon y una actividad frenética de encargos, discos propios (el más reciente, Orpheé) y actuaciones en directo (pasó por Sevilla en 2008) donde ha podido desarrollar distintas facetas de su talento musical y su constante afán experimental, que lo sitúan a la vanguardia de esa etiqueta de modern classical en la que también militan Richter, Muhly, Arnalds o Dessner.

Nacido y criado en Islandia, Jóhannsson dio sus primeros pasos en bandas de rock locales, antes de iniciarse en otros caminos de experimentación en el seno de la música instrumental y vocal y en sus aplicaciones a las artes escénicas y audiovisuales. De aquellos años quedan discos memorables como Englaborn (2002), IBM 1401, A User's Manual (2002) y Fordlandia (2008), que definen ya ese sonido híbrido entre el minimalismo, la electrónica y los pasajes sonoros de cierta evocación cinemática. De hecho, también desarrolló su faceta como cineasta en el corto End of summer (2015).

Pero fue sobre todo su toma de contacto con el canadiense Denis Villeneuve lo que propició el despegue internacional de su carrera y situó a Jóhannsson en la vanguardia de un oficio del que ha sido uno de los grandes renovadores. Prisioneros (2014), Sicario (2015) y La llegada (2016) conforman una trilogía de referencia para nuevas búsquedas sonoras, instrumentales y narrativas en un Hollywood cada vez más sensible a la música contemporánea. Junto a ellas, el islandés también desarrolló una faceta más luminosa y ligera en películas como La teoría del todo o documentales como Free the mind o Copenhagen dreams.

En el momento de su muerte, había dejado terminadas las bandas sonoras para Mary Magdalene, The Butcher, the Whore and the One-Eyed Man y Mandy, de próximo estreno.

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