Cultura

Miradas andaluzas a Centroamérica

  • El Festival de Berlín proyecta hoy un documental de Mercedes Moncada sobre el universo mágico del pueblo miskito en Nicaragua y otro de Chema Rodríguez, que viaja con un grupo de inmigrantes a Estados Unidos

El desgarro en la despedida de quien deja su tierra y los suyos en busca de un futuro, casi siempre incierto, es el mismo en Malí, en Ecuador o en Rumanía. Sólo cambian el idioma y los miles de kilómetros que separan la tierra natal de la meta en un país extraño. Ése es el fondo argumental de Coyote, el documental que el sevillano Chema Rodríguez estrena hoy en el Festival de Berlín en la Sección Panorama y que han coproducido Karma Films, New Atlantis y TVE.

La de Rodríguez es una historia sobre la inmigración ilegal en Centroamérica que arranca en Guatemala de la mano de un coyote, el nombre que reciben los traficantes de inmigrantes ilegales en la frontera entre México y Estados Unidos. Esta película es "consecuencia de Estrellas de la línea", documental que obtuvo el Premio del Público en la Sección Panorama en 2006. Durante su rodaje Chema conoció a Coyote, "un borracho, mujeriego y vanidoso que me pidió que quería ser famoso y salir en uno de mis documentales", recuerda. Dicho y hecho. Chema seleccionó entre los clientes de Coyote a los que iban a protagonizar una historia real, la del viaje entre Guatemala y México, para después llegar a Estados Unidos. Dos mujeres, que huían de los malos tratos y la miseria, y un menor criado en las chabolas junto a Coyote son los protagonistas de este relato en el que no hay lugar para la ficción.

El equipo de producción, reducido a cuatro personas incluido el director, convivió con este grupo durante un mes por autobuses, moteles y estaciones de paso y grabó las vicisitudes de estos ilegales que, "ayudados y estafados" por Coyote, deben adquirir una nueva identidad "como músicos de Tijuana o vendedores de Avon". Así pasarían desapercibidos por México, que es, según Chema, "la ruta más peligrosa del viaje". La travesía se revela un viaje iniciático para sus protagonistas, que "exponen a la cámara confesiones sobre su familia, su infancia, sus deseos y su vida" para convertir Coyote en "una historia universal sobre el desgarro de la inmigración", que en este caso afecta a medio millón de latinos ilegales que cada año ansían alcanzar el sueño americano.

De un sueño fantástico surgió el documental La sirena y el buzo, de Mercedes Moncada, que producen la sevillana La Zanfoña y la mexicana Amaranta y que cuenta con la dirección de fotografía de Alex Catalán (Camino, Cabeza de Perro, 7 vírgenes).

Rodado en Nicaragua durante diez semanas repartidas en los últimos tres años, supone el segundo largometraje documental de esta directora después de El inmortal. Moncada, sevillana de nacimiento y de madre gaditana, se adentra en el lado menos conocido de Nicaragua, su país paterno y en el que reside, para retratar la vida del pueblo miskito, una comunidad indígena que vive en la costa atlántica de este país centroamericano. La sirena y el buzo, que participará hoy en la Sección Forum de la Berlinale, es un "documental mágico" que recorre la vida de Simbad, un indio miskito que se dedica a la pesca por buceo de peces y langostas y cuyo cadáver aparece flotando en el Atlántico. Como si de una fábula se tratara, una sirena rescata el cuerpo para convertirlo en tortuga y devolverlo así de nuevo al mundo de los humanos. Bajo ese manto mágico, el documental ahonda en la naturaleza de un pueblo que convive con sus mitos -Rubén Darío y sus lagos y volcanes- y con un imaginario oculto de curanderos, piratas, sirenas y tesoros escondidos en el fondo del mar.

Estas dos miradas sobre Centroamérica participan en uno de los festivales más importantes del sector, que son, para Chema Rodríguez, "esenciales para la vida de los documentales porque el circuito comercial está copado por la ficción", explica este sevillano "a caballo siempre entre Cádiz, Sevilla y Madrid" y que prepara ya una película ambientada en el norte de África.

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