ARTE RECORRIDO POR LA CAPITAL

Madrid bulle de excelentes muestras

  • De Marc Chagall en el Thyssen-Bornemisza, a los Ballets Rusos en la Fundación Caixa Forum, pasando por Odilón Redón en la Fundación Mapfre, entre las propuestas expositivas para disfrutar en el puente

El circo de ARCO ha desmontado su carpa. El Hermitage está a punto de dejar El Prado, pero no hay que preocuparse. Madrid bulle de excelentes exposiciones y Rusia sigue estando aquí muy presente. A veces la capital española parece Londres en punto a oferta cultural aunque los ingleses, supremos comerciantes, sepan "vender" las suyas mucho mejor. ¡Aprendamos de ellos!.

Está, por ejemplo, la que dedican hasta el 20 de mayo el museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid a Marc Chagall (1887-1985). Una fascinante exposición en las sedes de ambas instituciones que nos presenta el mundo fantástico y a todas luces irrepetible del maestro ruso. Una visión tremendamente personal, claramente influenciada por el folclor de su Vitebsk natal, un mundo de músicos ambulantes, de iglesias coronadas por torres en forma de cebollas, de interiores con samovares, candelabros de cuatro brazos y relojes de péndulo alados, de vacas que tocan el violín y gallos y peces o parejas de enamorados que vuelan sobre los tejados, un mundo en el que todo flota y no parece existir la gravedad.

Es la suya la visión de un artista que, al igual que ocurre con aquel gran surrealista que es Joan Miró, parece no haber perdido nunca la inocencia y la capacidad de fascinación y de sorpresa de la niñez. Aunque Chagall vivió casi cien años y tras dejar su país vivió en Berlín, París, donde frecuentó a los artistas de la vanguardia y sufrió la influencia del cubismo y del iluminismo de Delauney, más tarde en Nueva York y finalmente en la Costa Azul francesa, aquel mundo de circo y de fábula de Vitebsk le acompañarían durante toda su vida.

La retrospectiva, la primera que se dedica en España, con ciento cincuenta obras, incluye junto a lienzos, guaches y litografías, esculturas y cerámicas que demuestran su gran versatilidad. Sus obras se distinguen por un original uso del color, que satura muchas veces zonas enteras de sus lienzos, con predominio de los rojos y azules, a los que puede sumarse el amarillo o el verde, y la recurrencia de temas como el amor, el circo, el teatro judío, la Biblia y los acontecimientos dramáticos de su época como las guerras.

En el mismo Paseo del Prado está la Fundación CaixaForum, en un antiguo edificio industrial reacondicionado por la famosa pareja de arquitectos suizos Herzog y de Meuron, los mismos que están detrás de la reconversión de una central eléctrica londinense en la Tate Modern.

Sus salas acogen hasta el 3 de junio una muestra que traza un recorrido por los veinte años de historia de los famosos Ballets Rusos de Diaghilev 1909-1929. Es una versión algo reducida de la que pudo verse antes en el museo Victoria & Albert, de Londres, que conserva la mayor colección de objetos de todo tipo relacionados con los mismos, adquiridos en su mayoría en subastas, y que es además la entidad organizadora. La principal diferencia es que en Madrid la exposición hace hincapié sobre todo en su vinculación con España.

Serguei Pavlovich Diaghilev (1872-1929) fue el gran renovador del ballet. Con la compañía por él creada, aquel empresario, hombre tremendamente culto, apasionado por la música y cantante amateur, apostó por la renovación del lenguaje visual tanto en la coreografía como en la escenografía, la música y el vestuario. Su gran idea fue la de reunir a un grupo de extraordinarios bailarines del Ballet Imperial del Teatro Imperial Maryinsky, de San Petersburgo, figuras como Fokine, Nijinsky, Pavlova, Karsavina o Massine, y presentarlos en la capital francesa en un espectáculo que a través de la música, la danza, la pintura y la literatura aspiraba a la obra de arte total. Supo rodearse de creadores de vanguardia en todas las artes: desde músicos como Stravinsky, Prokofiev, Ravel, Manuel de Falla o Eric Satie hasta pintores como Picasso, De Chirico, Matisse, Braque, Derain o los rusos Goncharova y Bakst.

Durante la Primera Guerra Mundial, los ballets rusos se refugiaron en España tras pasar unos meses en Suiza y gozaron del apoyo del rey Alfonso XIII y entre sus colaboradores de entonces figuran además de los citados Picasso o Manuel de Falla, Josep Maria Sert, Joan Miró y Juan Gris, que diseñaron vestuarios o decorados y participaron de una forma u otra en los programas.

No lejos de CaixaForum, en el mismo Paseo del Arte, otra fundación organizadora de interesantes exposiciones, dedican sus salas a dos figuras muy distintas: el pintor simbolista francés Odilon Redon y el fotógrafo estadounidense Lewis Hine.

Redon (1840-1916) es uno de los artistas más enigmáticos del llamado movimiento simbolista, una corriente contemporánea de los impresionistas que daba prioridad a la sugestión y la evocación frente a la representación o descripción directa de los naturalistas y que tuvo también entre sus figuras más destacadas a Gustave Moreau y Puvis de Chavannes.

Es el suyo un mundo que recuerda al de otros artistas del subconsciente como el austriaco Alfred Kubin o el belga Leon Spillaert. En una primera etapa, la más característica, se caracterizó por el recurso al negro tanto con el carboncillo como en las litografías. Él mismo escribió en cierta ocasión: "El negro es el color más especial (…)Hay que respetar el negro. Nada debe prostituirlo. No complace a los ojos y no despierta sensualidad alguna".

Su primer álbum de fotografías, significativamente titulado En el sueño, le dio a conocer en el mundo literario parisino. Redon exploró un mundo inquietante, derivado de su mirada interior, pero al mismo tiempo influido por las lecturas de poetas como Baudelaire o el también novelista Edgar Allan Poe, así como por las teorías evolucionistas de Charles Darwin, evidente en la serie titulada Los orígenes. Son temas recurrentes en su obra de ese período la esfera o el ojo, las cabezas cortadas , las criaturas con forma de amebas, los insectos y las plantas.

Spillaert fue además un gran admirador de Goya, el pintor español exiliado y muerto en Burdeos, la ciudad natal del francés, sobre todo de sus Pinturas Negras, y de Los Caprichos y Los Desastres de la Guerra, y al aragonés dedicaría una de sus series de litografías, la explícitamente titulada Homenaje a Goya.

La exposición de Mapfre documenta el camino recorrido por Redon desde la oscuridad de sus llamados Negros hasta la luz y el color de su última etapa, especialmente evidente en la reconstrucción del comedor del castillo de Sermizelles, con los elegantes paneles de motivos florales influidos por el japonismo.

En otras salas de la misma Fundación Mapfre pueden verse la obra del norteamericano Lewis Hine 1874-1940, que utilizó la cámara fotográfica como arma de denuncia social. Desde sus primeros retratos de inmigrantes desembarcando en Ellis Island (Nueve York) a principios del siglo XX y de niños trabajadores explotados en los campos, las minas y las fábricas hasta su labor en Europa documentando la labor de la Cruz Roja norteamericana a finales de la Primera Guerra Mundial hasta su serie sobre la construcción del Empire State (1929-30), Hine fue el testigo imprescindible de una época que hoy se recuerda sobre todo por las grandes corrientes inmigratorias en EEUU y la Gran Depresión.

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