museo carmen thyssen | inauguraCIÓN DE su nueva exposición temporal

Luz, vida y color para un nuevo cubismo

  • La muestra del Museo Thyssen establece un diálogo entre Juan Gris y la gran desconocida María Blanchard y analiza la repercusión de la segunda etapa del cubismo en otros creadores

Hace ya un siglo que Juan Gris pintaba Mujer Sentada (1917). Europa se deshacía en las cruentas batallas de la Primera Guerra Mundial y frente a la destrucción los pintores habían decidido que seguir con el cubismo era la única respuesta. La modernidad se convirtió en su lenguaje de supervivencia. Junto a Gris y al grupo de artistas que dieron lugar al nacimiento de esta vanguardia destacaba María Blanchard, la gran desconocida. Ese mismo año, en 1917, ella pintó Sé buena/ Juana de Arco, una evocación de su propia infancia en la que confronta la libertad con el deber paternal impuesto. Estas dos obras, la primera perteneciente a la colección de la baronesa Carmen Thyssen y exhibida en su sede madrileña y la segunda al Centre Pompidou de París, son el germen de una idea que ha culminado en la completa muestra temporal Juan Gris. María Blachard y los cubismos (1916-1927) que inauguró ayer el Museo Carmen Thyssen Málaga.

Hasta el 25 de febrero de 2018 se podrán contemplar las 68 piezas que forman la muestra comisariada por Lourdes Moreno, directora artística de la pinacoteca, y el catedrático de Historia del Arte de la UMA Eugenio Carmona. Pinturas, esculturas, dibujos y documentos se reúnen para arrojar luz, color y vida sobre la segunda etapa del cubismo. "La muestra supone una revisión sobre un periodo que había quedado oscurecido por el propio cubismo y la alargada sombra de Picasso", explicó Lourdes Moreno en la presentación a la prensa.

Se reúnen más de sesenta obras entre pinturas, esculturas, dibujos y documentosUnos 17 museos e instituciones, además de particulares, han prestado piezas

La muestra se divide en tres secciones, como explicaron sus comisarios. La primera de ellas, el corazón de la exhibición, la compone el inédito diálogo entre Juan Gris y María Blanchard. "Fue una pintora en tiempos difíciles, en tiempos de hombres", comentó Moreno y apuntó que la autora a penas dejó correspondencia, declaraciones e imágenes, por lo que es más difícil aún acceder a su figura. Incluso acusada de plagio por asumir como propio el movimiento artístico, de 1916 a1920 supone para ella el momento de su plena inmersión y su madurez creativa dentro del cubismo. Muy próxima a Gris, su obra recoge la temática imperante -"lo común se convierte en extraordinario y abundan los bodegones y la figura humana", como señaló Lourdes Moreno- y la aspiración compartida de pureza y síntesis. Esto sin renunciar a un estilo marcadamente personal y original, de formas más dinámicas e intensos colores. '

Junto a ella, lienzos clave en la trayectoria de Juan Gris, que alcanza entre 1916 y 1918 una cumbre en su pintura. En este periodo "hay un replanteamiento y una reflexión sobre el lenguaje cubista y el trabajo de los pioneros, el que iniciaron Picasso y Braque en París en 1907", indicaron los comisarios. "El arte moderno supone releer siempre el pasado, reconsiderar este momento del arte", añadió Carmona y señaló ese "vacío" en torno al segundo cubismo que se inició en Francia pero que se extendió al resto del mundo. "Todo el que quería ser moderno tenía que pasar por el cubismo, de ahí que vengan los nuevos autores", señaló el catedrático de Historia del Arte. Por eso, la segunda parte de la muestra dedica su espacio a los artistas internacionales que continuaron con este lenguaje a partir de 1916.

Según explicaron los expertos, hubo tantos cubismos como artistas lo interpretaron. Así, las obras del escultor Jacques Lipchitiz. los cuadros de los pintores Albert Gleizes y Jean Metzinger y del poeta Vicente Huidobro muestran esos "interesantes paralelismos" en las salas temporales del Museo Carmen Thyssen. También los lienzos de la primera generación vanguardista española de los años veinte integrada por Dalí, Moreno Villa, Benjamín Palencia, Joaquín Peinado y Ángeles Ortiz y fuertemente influenciada por Gris y Blanchard. A estos últimos se dedica la tercera y última sección de la exposición que recoge "obras muy representativas de cada momento, por lo que creemos que va a generar conocimiento, supone una aportación real sobre esta época y nos ha permitido conocer a Juan Gris como un pintor mucho más polifónico de lo que se creía, más compacto y dinámico, con mayor interpretaciones en su propia obra", dijo la directora artística del museo y destacó la gran participación de instituciones y museos, nacionales e internacionales, además de colecciones particulares que han prestado obra para este proyecto.

De hecho, como señaló Eugenio Carmona, los fondos de la Colección Telefónica "se cayeron en mitad de la gestación de este proyecto y aún así seguimos adelante". Llamaron a las puertas del Museo Picasso de París, del Pompidou, del Kunstmuseum Basel, del Reina Sofía, del IVAM de Valencia y así hasta 17 entidades que "creyeron en nuestra exposición", dijo orgulloso Carmona. Se ha contado con el patrocinio de la Fundación Cajasol y la Obra Social la Caixa. "Esta colaboración tan amplia demuestra la calidad de la exposición, del esfuerzo de los comisarios y del trabajo serio y concienzudo que se ha hecho en sala y en el magnífico catálogo", apuntó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.

Guillermo Cervera, en nombre de la baronesa que no pudo asistir por la mañana a la presentación, subrayó "lo difícil que es conseguir una exposición" de este calado y agregó que supone "un paso adelante para el museo y para la ciudad también". Cervera apuntó que "la obra de Juan Gris, poco valorada a principios del siglo XX, cobra el lugar que se merece". También lo hace la creación de Blanchard, situada por primera vez en su contexto. "Blanchard era el lugar donde se acrisolaba todo y había que ponerla en relación con los demás", destacó Eugenio Carmona. Al margen de reivindicaciones y lecturas teóricas sobre el cubismo, de poder ver en Málaga obras capitales de este periodo, incluido un Picasso, la muestra ofrece un delicioso punto de encuentro entre la forma, el color, el espacio y el tiempo, un bello escenario para despertar los sentidos.

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