Cultura

Lumen rescata 'Los años', novela en la que Virginia Woolf retrata su tiempo

  • La escritora describe la sociedad que le rodea con una saga familiar que abarca tres generaciones · Pese al olvido que sufre en la actualidad, la obra fue el libro más popular en la trayectoria de la autora

Pese a tratarse de la novela con la que su autora alcanzó mayor éxito en vida, el tiempo había relegado a cierto olvido Los años, de Virginia Woolf, más desfavorecida frente al interés que siguen suscitando otros textos de la producción de la escritora como La señora Dalloway, Al faro y Orlando. En octubre, la editorial Lumen rescata esta saga familiar, que abarca desde 1886 hasta los años 30 del siglo XX, y en la que la ambición de su creadora quería trasladar el pulso del mundo en que vivía. "Ha de ser un libro audaz y aventurero. Quiero mostrar íntegra la sociedad presente", se retaba Woolf en sus Diarios cuando el proyecto empezaba a tomar forma.

La obra, que la narradora y ensayista del grupo de Bloomsbury sopesó llamar en un principio Los Pargiter por el apellido de los personajes y más tarde Aquí y ahora, se definía según los primeros esbozos como una "novela-ensayo" -más tarde sería ficción únicamente- que disertaría, entre otras cuestiones, sobre "sexualidad, educación, vida" y que, codiciaba Woolf, llegaría "con los más poderosos y ágiles saltos, como un antílope, salvando precipicios, desde 1880 hasta ahora y aquí".

Woolf venía de reinventarse, de una descarnada búsqueda que pasaba por la ruptura con la tradición, con Al faro (1927) y Las olas (1931) como los mayores exponentes de su vocación innovadora, y sabía que cada propuesta tenía que ser un ejercicio de funambulismo. Los años no se planteaba como una excepción: aquí la creadora sigue coqueteando con el riesgo. "Debo ir en busca de una inmensa envergadura y una inmensa intensidad. Debo incluir sátira, comedia, poesía, narración, ¿y qué forma puede contenerlo y aunarlo todo?", se cuestiona la escritora.

Woolf se consagra siempre al oficio de la literatura entre el éxtasis y la desolación: la falta de certezas duele, la sensación de abismo crece mientras aumentan las páginas del libro. "Como de costumbre surgen las dudas. ¿No será todo demasiado rápido, demasiado delgado, demasiado superficialmente brillante? La verdad es que estoy tan fatigada que no puedo corregir lo anterior, en el caso de que sea verdad; por lo tanto voy a enterrar el libro durante un mes...", decide el 6 de abril de 1933. Pero también se dan otros momentos de reconocimiento con lo logrado hasta entonces. "Nunca me ha excitado un libro al escribirlo como éste", confiesa un año más tarde, en septiembre de 1934. Una impresión de la que más tarde, en noviembre del 36, se desmarcaría. "Me pregunto", comenta entonces, "si un libro ha hecho sufrir tanto a alguien como Los años me hace sufrir. Cuando lo haya terminado no volveré jamás a echarle la vista encima. Es como un larguísimo parto". En la gestación hay episodios partícularmente difíciles: en varias ocasiones, la británica expresa su incomodidad por la escena del ataque aéreo -"me preocupa un poco; temo que si lo condenso más, acabaré estropeándolo"- que llegó a reescribir hasta 13 veces.

En sus Diarios, editados en España por Fuentetaja, la sensibilidad torturada de Woolf se expone en una vulnerabilidad conmovedora. Un día, la narradora londinense alberga "desesperación ante lo malo que es el libro", se interroga cómo fue "capaz de escribir semejantes páginas, y con tanta excitación"; a la jornada siguiente, el parecer sobre Los años es el contrario. "Escribo esta nota para advertir a otras Virginias que escriben otros libros que así es la cosa: ahora arriba, ahora abajo. Y sólo Dios sabe la verdad", opina sobre la incertidumbre de la escritura.

Y aunque Woolf teme, cuando ya la imprenta ha dispuesto los primeros ejemplares de Los años, que sus amigos "no mencionarán el libro; desviarán la conversación con cierta torpeza" y habrá quien anuncie "que el libro es el largo parloteo de una mente remilgada, pudibunda y burguesa, y dirán que ahora ya nadie puede tomar en serio a la señora Woolf", la fortuna acompañará a la escritora. "Dicen casi unánimemente que Los años es una obra maestra", manifestará con orgullo ante las primeras reseñas. Una embriagadora sensación de triunfo altera su ánimo. "Si alguien me hubiera dicho que yo escribiría estas palabras (...) hubiera pegado un salto como el de la liebre al recibir el disparo", exclama. "¡Cuán total y absolutamente increíble hubiera sido!".

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