Cultura

El otro Lope

Si la biografía de Lope de Vega, cuya versión cinematográfica es viva actualidad en las pantallas de los cines españoles, sirviera como la de cualquier otra insigne figura de nuestra literatura o de cualquier otra de las letras universales, para suscitar curiosidad e interés sobre su vida y, más que eso, sobre su propia obra, daríamos por provechosa la película Lope, pero si, como mucho nos tememos, dada la superficialidad de nuestros días, se queda sólo en la visión muy parcial y comercializada del film, se le haría un flaco favor al conocimiento del poeta, a la agudeza del escritor, a la prodigiosa inspiración del narrador privilegiado que fue el llamado Fénix de los ingenios.

Escribíamos en nuestra crítica, publicada aquí el pasado viernes, que nuestra primera extrañeza y dudosa sospecha se planteaba al conocer que el director de Lope, sería un realizador brasileño poco conocido, Andrucha Waddington, quien llevaría a cabo esta adaptación. Con tan corto bagaje cinematográfico como el suyo, la confianza no podía ser mucha. Pero obviemos esto porque cualquier director puede conseguir en un momento dado una obra maestra. No sería la primera vez.

No es el caso ni mucho menos porque recurrir al Siglo de Oro español y a una de sus personalidades más egregias y significativas de tanta gloria en el arte, la literatura y el teatro como Félix Lope de Vega y Carpio, es un reto demasiado importante, pero nunca un pretexto para utilizar su figura para emprender una película de las llamadas de época donde el resultado final no vaya más allá de un espectáculo, eso sí, irreprochablemente ambientado, decorado y vestido, que todo lo más entretiene pero no entusiasma ni profundiza en la auténtica vida y obra de un dramaturgo de tal categoría y cuya existencia supone mucho más que una aventura de amoríos y violencia.

Las expectativas han sido muchas, alimentadas y auspiciadas por una publicidad que nos ha bombardeado en fechas previas al estreno de la película, sobre todo por la implicación de una cadena televisiva en la producción del film. Ya quisiéramos tan intenso marketing para otras películas españolas. Todo lo cual, imagino, ha propiciado la presencia de espectadores, que no han sido tantos como se esperaba ni ha conseguido la clamorosa acogida deseada al menos en la primera semana de su proyección. Es de esperar que las cifras aumenten.

Por lo demás esta llamativa propuesta de nuestra cinematografía, con un espléndido diseño de producción, que, como ya dijimos, es lo mejor de la película, no responde a la entidad fascinante de su personaje protagonista - que, por cierto, el actor que lo encarna Alberto Ammann, tampoco contribuye a darle gran convicción-, quedando en la intensidad de esos lances aventureros y en la intriga de un triángulo amoroso sin la suficiente fuerza dramática. Visualmente la película puede resultar atractiva pero en el fondo se aprecia una evidente superficialidad en el tratamiento biográfico de una personalidad de tan trascendental envergadura. Y en el conjunto se desdibuja, entre intérpretes que cada uno anda por su lado tratando de encontrar la clave de su personaje, la esencia del genial dramaturgo. El otro Lope, el auténtico Lope de Vega, sigue inédito en el cine.

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