Cultura

Licantropía

Multicines La Dehesa Islantilla, CineBox Aqualon Puerto Huelva, CineVip Lepe, El Condado Cinemas 7 y Al Andalus Ayamonte y Punta Umbría.- T.O.: 'The wolfman'.- Producción: Estados Unidos, 2009.- Duración: 104 minutos.- Dirección: Joe Johnston.- Guión: Andrew Kevin Walker y David Self basado en el guión de Curt Siodmak para la película 'El hombre lobo' (1941).- Fotografía: Shelly Johnson.- Música: Danny Elfman.- Montaje: Dennis Virkler y Walter Murch.- Intérpretes: Benicio del Toro, Anthony Hopkins, Emily Blunt, Hugo Waeving, Geraldine Chaplin, Elizabeth Croft, Art Malik, Anthony Sher, David Schofield

El vampirismo y la licantropía han sido siempre temas recurrentes en la historia del cine y en su copioso capítulo dedicado al terror, constituye un género con personalidad y raigambre en la cinematografía de todos los tiempos. Una y otra vez vuelven estos temas de una u otra forma, surgiendo en la gran pantalla las figuras representativas, los mitos y leyendas que ilustran esta prolífica especialidad. No podía faltar el hombre lobo y ya es de por sí bastante significativo que el propio precedente de esta película que hoy nos ocupa, sea una especie de remake o nueva versión, del, diríamos, emblemático film del mismo título realizado en 1941 por Robert Waggner, cuyo guión fue escrito por Curt Siodmak y ha servido de plantilla a los guionistas de hoy.

La historia es la misma: El noble inglés, Lawrence Talbot, tras una penosa infancia, castigado por su padre, del que se había distanciado, residiendo en Estado Unidos algún tiempo, se ha convertido en un actor famoso y prestigioso y vuelve a su castillo natal en la campiña victoriana, próximo a la localidad de Blackmoor, para indagar sobre la muerte de su hermano, degollado de una manera brutal por una extraña criatura que muchos creen en principio se trata de un oso que un campamento de gitanos utiliza en sesiones circenses. Durante el enfrentamiento con los gitanos por parte de los lugareños, la salvaje criatura ataca de nuevo ocasionando una carnicería en el curso de la cual la extraña fiera muerde a Talbot y le ocasiona una grave herida de la que le cuida la novia de su hermano, la bella Gwen Conliffe. Pero la maldición ha pasado a la víctima y Talbot sufre sus consecuencias mientras es perseguido por un inspector de Scotland Yard y descubre el secreto del trágico destino de la familia.

Diríamos en principio que aquí se repite un tanto cuanto afirmábamos con respecto a la película Sherlock Holmes (2009), de Guy Ritchie, donde se desprendía de buena parte de su tradición literaria o intelectual, término que ruego disculpen porque no me gusta, para dar a estos clásicos una envoltura más de acuerdo con las apetencias más pasajeras y banales de los espectadores actuales. Pero si en Guy Ritchie se hacía con más ingenio y con más acierto cinematográfico, aquí se ejecuta con más convencionalismo y muy burdamente, lo que invalida la recreación del mito. Poco se podía esperar de Joe Johnston, de quien podemos recordar sus películas El guardián de las palabras (1994) y Jumanji (1995), más aficionado a los efectos espectaculares y el animatronic, que a otros aspectos más formales de la realización, que aquí brillan por su ausencia.

En esta revisión de títulos clásicos de cierta literatura o cinematografía de género y en este caso de las grandes fantasías del terror en lugar de elegir la versión de Robert Waggner, que en principio iba a dirigir Mark Romanek, podía haber optado por otra de mayor entidad de las muchas que hay, algunas de ellas sorprendentemente interpretadas por actores tan característicos como Lon Chaney Jr. En esta versión lo más destacado es la ambientación y en ella el magnífico vestuario diseñado, ¡cómo no advertirlo!, por la exquisita Milena Canonero (Oscar por Barry Lyndon (1975), de Stanley Kubrick; Carros de fuego (1981), de Hugh Hudson y María Antonieta (2006), de Sofía Coppola, muestra extraordinaria de la sensibilidad y el talento latinos. De lo demás poco podemos decir aunque debamos hacer referencia a la buena fotografía de Shelly Johnson y la música, a veces demasiado estridente, de Danny Elfman.

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