Cultura

Juan Ramón Jiménez es "el Rilke español"

En la nota final de Idilios hay palabras de agradecimiento para todos los editores, estudiosos e instituciones que han ayudado a difundir la obra del poeta, si bien hay una mención especial a José Antonio Expósito, crucial en esta tarea. Según Javier Sánchez, "hay muchos juanramonianos de carné que no se han leído a Juan Ramón". O lo que es lo mismo, bien podría decirse que todo el mundo se une a la 'cruzada juanramoniana' sin conocer realmente quién era Juan Ramón, cuál es su obra y qué es lo que ha querido transmitir con ella, algo "bastante patético". "Esas rencillas entre juanramonianos de A y B me parecen absurdas y lo único que consiguen es hacer daño a su figura y obra", asegura el editor.

En cuaqluier caso, el poeta y editor cree que la obra del Nobel irá subiendo peldaños hasta alcanzar ese lugar merecido que constata la sorpresa que asalta a los estudiosos cada vez que vuelven a leer a Juan Ramón. No en vano, en su opinión hay dos grandes autores en la historia de la literatura universal: uno es Rilke y el otro es el moguereño. "Él era el Rilke español. Era un poeta al que le brotaba el arte por los cuatro costados y no pudo tener una mejor compañera que Zenobia para dejarle hacer y mantenerle en ese camino de armonía y de belleza. Es tan fresco, que nace cada vez que abres un libro suyo. Cada vez que abres una página es un descubrimiento nuevo y te preguntas cómo fue capaz. Es como si lo tuviéramos aquí con nosotros y cada día escribiera un poema o un artículo. Era un autor completamente infinito", valora.

Idilios inauguró un año en el que el Nobel está teniendo gran protagonismo después de que muchas personas hayan dedicado "esfuerzos y años" a involucrarse en su obra. Según comenta Sánchez, la apuesta editorial está siendo importante, así como la difusión en los medios. Todo ello es un reconocimiento y Juan Ramón "estaría muy feliz".

En su caso particular, Sánchez confiesa que gracias a Juan Ramón Jiménez ha aprendido a editar y a leer mejor. Particularmente se queda con la percepción literaria de sentir, al leer Idilios, "que no soy nada" ante la grandeza de obras como ésta, si bien es consciente de que, con su edición, ha aportado "un granito de arena" importante. Su primer contacto con la obra del Nobel fue a través de Platero y yo, un libro "inmenso e infinito". No era la historia de un burrito, de los vecinos. Sánchez vio "un trasfondo brutal" y a partir de ahí quiso leer más. Y la lectura se hizo también palabra.

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