Arte

Huelva, en Arco

No es frecuente que los periódicos dediquen su portada al Arte. Anoten motivos excepcionales. Una alta personalidad inaugura una exposición, mientras un cortejo, que no mira lo que tiene que mirar, tampoco le interesa, sonríe y aplaude cuando tiene que sonreír y aplaudir. Una escultura atenta contra la moral de los que se dejan seducir, mientras la Asociación pro-derechos a la Intelectualidad del Neonato toma protagonismo pidiendo indemnización por daños y prejuicios. Una fotografía desnuda a Fulanita D' Tal y descubrimos lo que tantos años sospechábamos. Era tal, y además fulanita. Un lienzo del malogrado californiano SPOrT se cuelga al revés mientras el curator culpa al conservador jefe del CACA (Centro de Arte Contemporáneo de Andistán). O una instalación escenifica la cagada de una cagada en pleno Palacio de Oriente (de cualquier Oriente que oriente la polémica).

Si exceptuamos estos posibles "más que posibles", las portadas están abonadas a temas de "mayor calado". Huelva Información abrió el pasado 19 de febrero su primera página con un El arte onubense aterriza en Arco. Qué alegría que el periódico de Huelva por antonomasia siente precedentes e invite al lector a reflexionar sobre la jerarquía del Arte. Que el AVE venga como un cóndor o un jilguero es importante, que el agua se privatice o nos arruine tampoco es baladí, pero que dos hijos de Huelva tomen plaza en un Madrid antropófago, le aseguro, no es menos.

ArcoMadrid es una feria, y como toda feria "tiene un de ". No vamos a entrar en los entresijos de este monstruo comercial-cultural que devora y se devora con casi 30 años de vida y que en 2010, una vez más, ha visto tambalear sus cimientos. 218 galerías. De ellas, 77 españolas. De entre la miríada de artistas invitados por sus respectivos lazarillos, dos, Víctor Pulido y Matías Sánchez, de Huelva e Isla Cristina, respectivamente.

El bienio artístico 2009-2010 se tiñe de Víctor Pulido. En Huelva, sociedad y prensa lo exaltan como un referente. Ahora Madrid, que le conoce, lo asoma al abismo de lo imprevisible. TVE le regaló la noche del viernes dos segundos de los dedicados a Arco y sus artistas más atrevidos, y el sábado ABC Cultural le brindó la portada. Allí, en Arco, no expone el mundo de Teo o su plaza de Abastos que hemos admirado en el Museo. Allí está su Vida Perra, el enfrentamiento humano del perro por salir de su perra vida y ser, aunque perro, tan humano como el que dice llamarse humano. Esta serie, que ha recorrido España y buena parte de Europa, con gran éxito en París, data de 2007. Él y su galería saben la muestra traída y expuesta.

¿Por qué? Imaginan el futbolín o el puesto de pescado del mercado en Arco. Si estuvieran firmados por Strange, Pettibon, Hockney, Baldessari o cualquier chino o senegalés impronunciable, si estuvieran bendecidos por los comisarios de la más agresiva comandancia de policía, si estuvieran mecidos por las reverenciadas galerías de NY, LA, BCN, París o Londres, el futbolín sería Maracaná y la plaza el mismísimo Burlington Arcade. Pero no es así. Víctor Pulido y su galería han llevado lo que un primerizo, y no tanto, de Arco tiene que llevar: gotas de provocación para sacudir miradas. Con una salvedad, Vida perra no atenta a la polémica, al insulto, a la moralidad; incita por reflexión. Es un estudio armonioso, inteligente sobre la vida del hombre con el perro y viceversa. Y todo ello con calidad y … no lo olviden, hecho con las manos.

Matías Sánchez es un autor con una trayectoria donde Huelva queda muy lejana. Diez años en ArcoMadrid, y una estela continua que centellea en ciudades de medio mundo. Sánchez es ya una figura consolidada, con un respaldo de galerías que le permite configurar su obra sin sobresaltos, sin castigos de que mañana es un nuevo día. Él lleva su obra, identificada, acreditada. El mejor bagaje, la mejor narración.

Su obra es la vida misma, puesto en los ojos adultos de un niño que retrata la vida como la siente. Es cronista por oposición. Sin tapujos, sin alharacas. Pero denso, en atmósfera cero. Se asoma al balcón y ve una sociedad vestida con los trazos de esa cadena barroca que tanto recrea con narcisismo el andaluz. En sus ojos perforadores, se vive la pasión profunda de Valdés Leal, las máscaras de Mateos o García Vázquez o la ironía de García Sevilla internacionalizado por Posada, Penck, Dokoupil, Dhan, Basquiat o Sharf. Es un artista de una capacidad extraordinaria para buscar la verdad. Y la encuentra con expresiones coloristas tan punzantes que nos parecen naïf por brutales. O al contrario. Tan vivas y reales que los retractores las quieren muertas.

Víctor Pulido y Matías Sánchez son historiadores de lenguajes propios. Larga vida. Estamos de enhorabuena. Dos pintores onubenses se asoman al mundo desde ArcoMadrid. Un periódico de Huelva, HI, no considera anecdótica la cultura. Gracias por el pellizco.

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