CRÍTICA 'LA CASA MÁGICA'

Gato encerrado

la casa mágica. Animación, Bélgica, 2013, 85 min. Dirección: Ben Stassen, Jeremy Degruson. Guión: James Flynn, Dominic Paris, Ben Stassen.

Avalada por un gran estudio europeo (Studio Canal), La casa mágica suscita algunos interrogantes sobre la identidad cultural del cine animación del viejo continente con aspiraciones de circulación en el mercado internacional.

Son contadas las excepciones (Moore en Irlanda, Aardman en Inglaterra, Ocelot, Chomet, Renner, Aubiard y Patar en Francia) que aún entienden su trabajo desde una cierta personalidad o la preservación de un mundo propio en el que la tecnología no es sino una herramienta al servicio de las ideas, la creatividad o un diseño original.

No es el caso de esta producción belga, cuyo correcto acabo digital tridimensional responde a una discreta traslación de un modelo neutro, o sea, anglosajón y hollywoodiense, aunque con un acabado mucho menos perfeccionado que el de sus obvios referentes.

Con ecos cruzados de las historias, la tipología de personajes/criaturas y la estética de Pixar, y en un paisaje netamente americanizado, La casa mágica reduce su interés a una aplicada artesanía digital de segunda mano que sitúa sus cándidas y previsibles aventuras en un terreno demasiado conocido y familiar, juntando a un grupo de animalitos entrañables liderados por un gato y a un simpático equipo de juguetes y autómatas vintage en la lucha por preservar su hogar junto a un viejo mago al que su avaricioso sobrino quiere echar de casa.

Si la superficie de colores, diseños y texturas puede dar el pego en la inevitable comparación con la serie A de la animación estándar, no lo hace ya tanto una concepción del movimiento y el punto de vista subjetivo a la que se le nota demasiado su carácter informatizado y embrionario, más propio de un videojuego en fase de pruebas que de un producto sofisticado como los de Pixar, Dreamworks o Blue-sky.

Y bueno, en fin, el espectador adulto tampoco encontrará aquí demasiadas recompensas en su peaje de acompañamiento. Los más pequeños, ya se sabe, se lo pasan bien (casi) con cualquier cosa que tenga animales parlantes, colorines y movimiento.

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